En un reciente episodio del podcast Helado oscuro, Sonia Walls, exconcursante de Gran Hermano 2013, ha vuelto a sacar a la luz sus experiencias vividas dentro del reality show, poniendo especial énfasis en el comportamiento de la presentadora Mercedes Milá. Según Walls, su travesía en el programa estuvo marcada por actitudes despreciativas, humillaciones y un trato vejatorio por parte de Milá, quien, fuera de cámaras, era aún más dura según sus palabras.
Walls relata un incidente particularmente humillante que tuvo lugar durante un espacio publicitario de una emisión del debate de Gran Hermano. Narra cómo, tras ser retocada por una maquilladora, la maquilladora se disponía a hacer lo mismo con Milá, momento en el cual esta reaccionó despectivamente, alegando no querer ser tocada después de Walls. Esta actitud, aunque fuera de cámara, fue presenciada por otros, y denota un marcado menosprecio hacia la exconcursante.
Además, la entrevistada no solo relata su experiencia personal, sino también cómo observó maltratos hacia otros concursantes, particularmente hacia aquellos más vulnerables. Según sus testimonios, Milá dirigía burlas crueles hacia compañeros de Walls dentro del programa, evidenciando un comportamiento desconsiderado y discriminador.
Esta denuncia abre un debate más amplio sobre los posibles abusos de poder y la cultura tóxica que puede imperar detrás de las cámaras en los platós de televisión. Walls comenta cómo la producción del programa parecía estar al tanto de estas actitudes y, sin embargo, no intervenía, sugiriendo que tales comportamientos eran tolerados, e incluso promovidos, dentro del marco del «show». La exconcursante finaliza con una reflexión amarga sobre la experiencia, sugiriendo que al firmar el contrato, los participantes podrían haber renunciado a ciertos derechos, permitiendo así que se les tratase de manera injusta bajo la justificación del entretenimiento.
Este testimonio no solo saca a la luz prácticas cuestionables dentro del reality show, sino que también plantea preguntas sobre la ética y la responsabilidad de los productores de televisión al manejar tales formatos de entretenimiento, además de la imagen pública de figuras como Mercedes Milá frente a las cámaras en contraposición a sus interacciones fuera de estas.