La flor de Pascua, con su nombre científico Euphorbia pulcherrima, es un ícono de la Navidad en muchos hogares gracias a sus brillantes hojas rojas y verdes. Sin embargo, mantenerla saludable más allá de la temporada festiva requiere cuidados específicos que garantizan su vitalidad durante todo el año.
Para comenzar, es crucial ubicar la flor de Pascua en un lugar adecuado. Prefiere luz brillante pero indirecta para evitar que el sol directo queme sus hojas. Un alféizar donde la luz esté filtrada es perfecto. Además, debe mantenerse alejada de corrientes frías y fuentes directas de calor, como radiadores, ya que estas condiciones pueden dañarla.
El riego es otro aspecto clave. La planta necesita un sustrato húmedo pero bien drenado. Se recomienda regar cuando la capa superior del suelo esté seca, permitiendo un drenaje adecuado para evitar el encharcamiento y la pudrición de raíces. Usar agua a temperatura ambiente es ideal para evitar cambios bruscos que puedan afectar a la planta.
Asimismo, la flor de Pascua prospera en ambientes húmedos. En invierno, cuando el aire suele estar más seco, puede beneficiarse de una ligera pulverización de agua sobre sus hojas. Otra opción es colocarla sobre un plato con piedras y agua, cuidando que la maceta no toque directamente el agua.
La fertilización es también importante. Después de la Navidad, aplicar un fertilizante líquido equilibrado quincenalmente durante la primavera y el verano fomenta un crecimiento saludable y vigoroso.
Aunque muchos ven la flor de Pascua como una planta temporal, con el cuidado adecuado, puede vivir y florecer todo el año. Post-festividades, necesita descansar en un lugar soleado con riego reducido. Si las hojas comienzan a caer, no hay que perder la esperanza; con paciencia, puede revivir y brillar nuevamente la próxima Navidad, demostrando que es mucho más que una simple decoración estacional.

