Los líderes de Europa y Canadá han iniciado un ambicioso plan con el objetivo de reforzar la seguridad en el continente y analizar la viabilidad de una misión de paz en Ucrania. Tras años de incertidumbre respecto al apoyo de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, los mandatarios del continente buscan alternativas para asegurar la estabilidad regional.
En una cumbre clave celebrada en Lancaster House, un lugar emblemático para acuerdos de defensa, figuras destacadas como Keir Starmer del Reino Unido, Emmanuel Macron de Francia, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski y otros líderes europeos discutieron la necesidad de incrementar la autonomía militar de Europa, así como de aumentar el gasto en defensa y en infraestructuras estratégicas.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, enfatizó que «Europa ha despertado» y que es imperativo fortalecer la defensa del flanco oriental sin depender de la intervención de Washington. A medida que la participación estadounidense se torna más incierta, figuras como Starmer y Macron desarrollan una propuesta para convencer a Trump, quien ha mostrado poco interés en la situación de Ucrania.
El Kremlin no pierde detalle del panorama, y su portavoz, Dmitri Peskov, ha indicado que la nueva administración de EE.UU. parece alinearse más con una visión rusa en el ámbito internacional. Este contexto se hace evidente en las relaciones entre Trump y Zelenski, donde el presidente estadounidense no solo expresó desacuerdo con el líder ucraniano durante una reciente reunión en la Casa Blanca, sino que también se alejó de un apoyo tangible.
Por otro lado, Starmer se mostró solidario con Zelenski al recibirlo en Londres y anunciar un nuevo paquete de ayuda de 2.700 millones de euros, financiado mediante bienes rusos congelados, lo que refleja el compromiso europeo con Ucrania en este momento crítico. Durante una entrevista, Starmer matizó su desaprobación hacia el trato de Trump hacia Zelenski, enfatizando que el apoyo de Europa hacia Kiev es firme.
En este creciente contexto de incertidumbre, el presidente de Finlandia, Alexander Stubb, advierte que la OTAN está evolucionando a un modelo más transaccional, lo cual obliga a Europa a prepararse para una defensa más autónoma. Friedrich Merz, nuevo líder alemán, subrayó que la OTAN podría abandonar su formato actual en un futuro cercano, y Alemania ya se encuentra en discusiones para crear dos fondos estratégicos destinados a defensa e infraestructuras clave, sumando 400.000 millones de euros cada uno.
La preocupación por la dependencia de Estados Unidos en términos de defensa se ha vuelto un tema central en la agenda europea. Con un Consejo Europeo extraordinario programado para abordar el aumento del gasto en defensa, la posibilidad de designar un enviado especial para negociaciones con Trump y Putin será analizada. Sin embargo, los gobiernos pro-rusos de Hungría y Eslovaquia podrían representar obstáculos para ciertas iniciativas.
La urgencia de rearmarse también fue destacada por Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, mientras António Costa, presidente del Consejo Europeo, advirtió sobre la necesidad de evitar los errores del pasado. La incertidumbre respecto al papel futuro de Estados Unidos en la defensa de Europa está obligando a los líderes europeos a tomar decisiones estratégicas. La gran incógnita radica en si lograrán unir esfuerzos y recursos para construir una defensa fuerte e independiente antes de que una nueva amenaza por parte de Moscú se materialice.
