En el bullicioso y diverso paisaje urbano de España, existen joyas arquitectónicas que a menudo pasan desapercibidas para el visitante apresurado. En Barcelona, una hermosa iglesia oculta aguarda a aquellos dispuestos a apartarse del camino habitual, revelando su rica historia y belleza. Pero esta no es la única sorpresa que ofrece el país; en el corazón de Madrid, otro tesoro urbano rinde homenaje a un grupo fundamental de la sociedad: los vendedores de la ONCE.
Situada en el histórico barrio de Las Letras, cerca del Congreso de los Diputados, la estatua conocida como «Fortunato» se erige silenciosamente, recordando a los transeúntes el esfuerzo diario de los vendedores de la Organización Nacional de Ciegos Españoles. Inaugurada en 2013, esta obra del escultor Santiago de Santiago retrata a un vendedor de cupones de los años sesenta, con detalles que evocan una época de perseverancia en medio de las adversidades. Su vestimenta humilde y la ristra de cupones que cuelga de su cuello atestiguan la lucha de quienes, a pesar de sus desafíos, han contribuido al bienestar colectivo.
La figura de Fortunato parece observar atentamente los leones del Congreso, un símbolo de la dedicación de más de 20,000 vendedores activos que, desde 1938, ha servido como un puente hacia la inclusión. Durante su inauguración, Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE, enfatizó la relevancia de recordar la importancia de este colectivo y su compromiso con la sociedad. Esta estatua no solo representa un homenaje al pasado, sino que se ha convertido en un centro de atención alrededor de un curioso mito que asegura que tocar sus cupones puede traer buena suerte, convirtiendo a Fortunato en un ícono de deseos y esperanzas, especialmente durante la Navidad.
Para quienes visitan Madrid en esta temporada festiva, la estatua se transforma en un punto de reflexión sobre el esfuerzo por construir una sociedad más inclusiva. Fortunato invita a mirar más allá de la superficialidad, contribuyendo a un diálogo sobre la valorización de la historia y la cultura en un contexto social cambiante. En la intersección de las calles Prado y San Agustín, esta obra se erige como un recordatorio constante de la importancia de la inclusión y del valor humano detrás de cada cuponero.
Desde la iglesia escondida en Barcelona hasta la significativa figura de Fortunato en Madrid, España muestra que, detrás de los atractivos turísticos mayormente visibles, hay relatos de determinación y homenajes al espíritu humano, esperando ser descubiertos por aquellos que se detienen a observar con atención.