La llegada de una nueva fase epidémica de gripe en España ha reabierto el debate sobre un tema crucial: la Calidad del Aire en Interiores (CAI). La Organización Mundial de la Salud apunta que el aire en espacios cerrados puede ser entre cinco y diez veces más contaminado que en exteriores. Este problema, que ya era relevante, ha cobrado mayor importancia tras la crisis del COVID-19, revelando la necesidad de ambientes interiores seguros para mitigar la propagación de virus respiratorios.
La variante K del virus A(H3N2), altamente contagiosa, ha aumentado los riesgos en lugares como escuelas, oficinas y hogares. Factores como las bajas temperaturas y la escasa ventilación contribuyen a la transmisión de enfermedades, lo que pone en riesgo la salud pública y exige medidas inmediatas para mejorar la calidad del aire.
La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental ha instado a adoptar acciones urgentes. Sus recomendaciones incluyen el establecimiento de sistemas de ventilación eficaces, el uso de filtros HEPA y la monitorización de niveles de dióxido de carbono. También enfatizan la necesidad de protocolos rigurosos de higiene y mantenimiento de los sistemas de ventilación.
Sergio Monge, presidente de ANECPLA, subraya la importancia de contar con expertos en CAI. Se necesita ir más allá de abrir ventanas; es fundamental evaluar cada espacio y aplicar soluciones técnicas específicas para asegurar un aire limpio y seguro.
Este contexto también presenta la oportunidad de avanzar en la regulación sobre la calidad del aire en interiores, siguiendo modelos de otros países europeos. La actual dependencia del Código Técnico de la Edificación en España es insuficiente para enfrentar los desafíos que plantea la contaminación en espacios cerrados.
Las lecciones aprendidas de la epidemia de gripe y de la pandemia global subrayan que garantizar un aire limpio no debe considerarse un lujo, sino una prioridad de salud pública. Adoptar medidas científicas, la colaboración de profesionales especializados y una regulación efectiva son esenciales para reducir el riesgo de contagios y proteger a los grupos más vulnerables. En última instancia, la calidad del aire que respiramos en nuestros espacios diarios es fundamental para la salud y el bienestar colectivo.
