El tranquilo municipio de Monfero, en La Coruña, aún se encuentra perturbado por un caso que conmocionó a sus habitantes y desafió la percepción de seguridad de esta pequeña comunidad. En agosto de 2002, la desaparición de Vanessa Lorente, una joven madre de tan solo 22 años, junto con su bebé de cuatro meses, marcó el inicio de una historia que está lejos de ser olvidada.
Inicialmente, la atención se centró en el padre del niño, considerando las circunstancias que rodearon la súbita ausencia de Lorente. Sin embargo, conforme se desarrollaba la investigación, el rumbo de esta tomó un giro inesperado y siniestro. Tragicamente, el cuerpo de Vanessa fue hallado en un pozo, escondido de una manera macabra bajo el cadáver de un perro, una imagen que añadió aún más horror a lo ya inconcebible.
Contrario a lo que muchos podrían imaginar, la persona detrás de este acto espantoso no era un enemigo declarado ni una figura oscura de su pasado; era, de hecho, una de sus amigas, Isabel Marcos. Isabel, quien junto con otras amigas había iniciado una campaña solicitando ayuda de la comunidad para encontrar a Vanessa, resultó ser la autora de esta tragedia.
De acuerdo con las investigaciones, Isabel Marcos había elaborado un plan preciso y cruel para asesinar a Lorente. Ella había engañado a Vanessa dándole a beber un zumo adulterado, lo que le permitió golpearla sin que pudiera defenderse, con el objetivo final de robar a su bebé. Este acto premeditado no solo culminó con la vida de Vanessa, sino también con el secuestro de su hijo.
El motivo detrás de este crimen era escalofriante en su frialdad y cálculo. Isabel había pretendido estar embarazada durante meses, con el propósito de apoderarse del hijo de Vanessa y presentarlo como suyo. Bajo la nueva identidad de José Andrés, el bebé se convirtió en el centro de una red de engaños y secretos que, inevitablemente, se derrumbaría bajo el peso de la verdad.
A medida que el caso avanzaba hacia su resolución judicial, las especulaciones sobre las razones que llevaron a Isabel a cometer semejante acto variaron desde la incapacidad de concebir hasta un supuesto deseo de venganza. Sin embargo, fue evidente para el tribunal que el asesinato de Vanessa Lorente fue el resultado de una planificación meticulosa.
El impacto de este caso en Monfero y más allá ha sido profundo, revelando las oscuras profundidades a las que puede llegar el ser humano en sus actos de malevolencia, y dejando cicatrices en una comunidad que, décadas después, aún lucha por sanar. Este lamentable suceso no solo es un recordatorio de la fragilidad de la vida, sino también de la importancia de la justicia y la necesidad de permanecer vigilantes para proteger a los más vulnerables entre nosotros.
