En España, la desigualdad salarial se manifiesta como un problema persistente a pesar de que el sueldo medio ha alcanzado cifras récord desde 2006. Recientes datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan una imagen preocupante: mientras un segmento de la población disfruta de ingresos superiores a los 3.000 euros brutos al mes, un alarmante 40% de los trabajadores no supera los 2.000 euros, y el 20% recibe menos de 1.000 euros mensuales.
Esta disparidad se agrava en un contexto de inflación constante y un aumento del costo de vida, lo que dificulta que muchos trabajadores logren una estabilidad económica. Aunque la subida media salarial del 7,28% en 2023 puede parecer un avance, este incremento se queda corto frente al continuo encarecimiento de bienes y servicios fundamentales.
La situación es aún más crítica para sectores específicos de la población. Las mujeres siguen ganando, de media, 400 euros menos que sus compañeros hombres, y la brecha salarial parece aumentar con el tiempo. Por otro lado, los jóvenes enfrentan un panorama laboral precario, con ingresos que son considerablemente más bajos que los de otras generaciones.
Además, existen marcadas diferencias territoriales en los niveles de ingresos. Las regiones del País Vasco, Madrid y Cataluña se destacan con salarios más altos, mientras que comunidades como Extremadura y Canarias presentan promedios que no alcanzan los 1.900 euros.
En este contexto, el concepto de ‘mileurista’, que surgió hace dos décadas para describir a los jóvenes con ingresos insuficientes, ha evolucionado de ser un estado a superar a convertirse en una aspiración poco realista para muchas personas. En este sentido, el término ‘dosmileurista’ ha comenzado a cobrar fuerza, reflejando la dura realidad económica de muchos españoles.
Estos datos no solo ponen de manifiesto la brecha salarial existente, sino que también ilustran una desigualdad más amplia en el mercado laboral español. Los trabajadores con menores ingresos apenas han visto mejoras en sus salarios, contrastando con los incrementos significativos que han experimentado aquellos en la cúspide de la escala salarial. Este desajuste entre los ingresos y el creciente costo de vida se convierte en una de las principales preocupaciones para el futuro económico del país.