En el agitado panorama de las citas modernas, donde las aplicaciones dominan el terreno y la práctica del ghosting se ha vuelto común, Eva Sánchez, una joven de 28 años originaria de Madrid, ha decidido dar un giro hacia lo tradicional. Con la frustración de su experiencia personal en el mundo digital, fundó el Slow Dating Club, un espacio que promueve encuentros mensuales entre solteros. Su objetivo es facilitar conexiones más humanas y menos dependientes de la tecnología.
Sánchez sostiene que «la química surge cuando nos miramos a los ojos», y ha diseñado un formato de encuentro más relajado que el speed dating convencional. En lugar de apresurar las interacciones, los participantes participan en dinámicas cuidadosas que incluyen cuestionarios y juegos que fomentan una mejor conexión en un ambiente distendido. Este enfoque está especialmente dirigido a su generación, y cada evento tiene un costo de 25 euros.
El Slow Dating Club se inserta en un ecosistema de citas en Madrid que, aunque diverso, enfrenta una fuerte competencia. Propuestas como las de Tom Hopcroft, que dirige «Guiris de Mierda», o Jordi Martínez con su iniciativa «Bedazzling», también organizan encuentros de citas rápidas. Bedazzling se destaca por su sólida trayectoria, habiendo organizado eventos desde 2018 y acumulando un total de casi 8.000 asistentes.
Mientras que las citas rápidas de Bedazzling y otros como Cita2 se centran en maximizar la cantidad de interacciones breves, abren la puerta a un amplio abanico de oportunidades para hacer conexión. En contraste, el Slow Dating Club se enfoca en proporcionar encuentros más significativos y profundos. A pesar de ser una propuesta relativamente nueva, la convocatoria creciente de estos eventos apunta hacia un cambio en las preferencias sociales. Cada vez más personas buscan conexiones sinceras y auténticas, más allá de la cultura o del idioma.
La iniciativa de Sánchez resalta la importancia de los encuentros cara a cara, recordando que el azar también tiene su lugar en la búsqueda del amor. En un mundo donde las conexiones digitales son la norma, el Slow Dating Club mantiene viva la chispa de la esperanza de que, en medio de la gran ciudad, aún es posible encontrar a esa persona especial.
