En un giro sorprendente de los acontecimientos que rodean la vida del rey emérito de España, Juan Carlos I, se ha destapado información que lo involucra directamente con la carrera mediática de la exvedette Bárbara Rey. Según revelaciones hechas por el programa TardeAR, el propio rey emérito habría negociado personalmente la aparición de Bárbara Rey en revistas muy conocidas, como Interviú, entre otras. Específicamente, se menciona que Juan Carlos I no solo se encargaba de organizar los posados de la actriz murciana, sino que también aseguraba que se le pagase el doble por cada sesión fotográfica siguiente, actuando de facto como su «representante».
Además, se detalla cómo el monarca intervenía directamente en estas negociaciones, contactando a Antonio Asensio, quien era el propietario del Grupo Zeta por aquel entonces, con el objeto de garantizar la publicación de los posados de Bárbara Rey. Esta implicación directa del rey en la gestión de la imagen pública de quien habría sido su entonces pareja, ha sido criticada por diversas voces dentro del espacio mediático, incluyendo a la presentadora Ana Rosa Quintana, quien tildó la actitud del emérito de «cutre».
Por otra parte, el terreno legal también tiembla bajo los pies de Bárbara Rey, ya que el sindicato Manos Limpias ha presentado una querella contra ella por un presunto delito de revelación de secretos. Esta acción legal se sustenta en la difusión de conversaciones privadas entre Rey y Juan Carlos I, las cuales incluirían desde diálogos íntimos hasta posibles discusiones relacionadas con asuntos de Estado. Esto podría acarrearle a Rey una pena de hasta cuatro años de prisión, dado que la publicación reciente de los audios reactiva el plazo de prescripción del delito.
La situación se complica aún más con la existencia de audios y, potencialmente, tres vídeos comprometedores que arrastrarían la imagen del rey emérito hacia una controversia mayor. Estos vídeos, grabados por el hijo de Bárbara Rey, Ángel Cristo Jr., documentarían encuentros íntimos entre su madre y el monarca, aumentando la curiosidad y el escándalo público en torno a esta saga real.
Lo que comenzó como rumores y susurros sobre la relación entre Bárbara Rey y Juan Carlos I, hoy se traduce en una serie de revelaciones que no solo amenazan con desenterrar más secretos del pasado, sino que también plantean serias preguntas sobre el papel de las figuras públicas en la gestión de su imagen y su influencia detrás de las cámaras. Este capítulo añade una página más al ya complicado legado del rey emérito, manteniendo la atención del público en la esperada próxima revelación.