La comunidad masónica en España se encuentra en medio de una convulsión sin precedentes tras la suspensión de Óscar de Alfonso, quien dirigió la Gran Logia de España (GLE) durante doce años. En un giro inesperado de los eventos, su investigación sobre las actividades de los masones socialistas en Canarias, en particular sobre su vinculación con escándalos de corrupción en el archipiélago, ha culminado con una suspensión de dos años de su membresía en la organización.
La controversia comenzó cuando De Alfonso exigió explicaciones públicas a sus «hermanos» masones en Canarias sobre su participación o posición frente a los recientes escándalos de corrupción en las Islas, incluido el llamativo «caso Tito Berni», una trama que entrelaza drogas, prostitución y tráfico de influencias con conexiones políticas hasta el Congreso y la Dirección de la Guardia Civil. Estas acciones, enfocadas en la rendición de cuentas y la transparencia, acabaron por desplazarlo de su posición de poder dentro de la Gran Logia.
La decisión de suspender a De Alfonso y designar como su sucesor a Txema Oleaga, una figura prominente del PSOE y actual presidente de la Comisión de Justicia del Senado, ha avivado el debate sobre la injerencia política en las decisiones internas de la GLE. Este cambio de liderazgo sugiere una posible reorientación de las prácticas y alianzas dentro de la organización masónica española.
La repercusión de este suceso va más allá de las fronteras de España, generando una oleada de solidaridad hacia De Alfonso por parte de grandes maestros de logias en países como Rusia, Bolivia, Guatemala y Chile. Su prestigio internacional y la polémica de su suspensión han propuesto un desafío a la cohesión y a los principios éticos profesados por la masonería a nivel global.
Este conflicto interno ha evidenciado un ejercicio de introspección dentro de la comunidad masónica sobre sus valores fundamentales y la influencia política en sus filas. La persistencia de De Alfonso en mantenerse fiel a sus acusaciones, sin optar por el retracto, ha desatado un amplio debate sobre la responsabilidad social de la masonería, la transparencia y la cohesión interna en tiempos de controversia.
El episodio suscitado en torno a la figura de Óscar de Alfonso y la Gran Logia de España plantea interrogantes acerca del futuro de la masonería española y su papel en el contexto político y social contemporáneo. La situación ha reconfigurado no solo la estructura de poder dentro de la GLE sino también el diálogo sobre los principios éticos y la práctica política en el seno de estas sociedades.