La Marina Alta es un lugar donde la naturaleza y la historia se entrelazan de manera única, y en este contexto se encuentra un verdadero tesoro botánico: el Jardín de L’Albarda. Situado entre las localidades de Jávea y Denia, en la espectacular Costa Blanca, este jardín se extiende a lo largo de 50.000 metros cuadrados, ofreciendo a los visitantes un refugio de vegetación mediterránea y un entorno donde el tiempo parece detenerse.
La historia de L’Albarda comienza con Enrique Montoliu, un valenciano cautivado por la belleza del Montgó. Su sueño fue transformar un antiguo bancal de limoneros en un homenaje al Renacimiento italiano. El resultado es un espacio que alberga cerca de 700 especies autóctonas, que van desde cipreses y camelias hasta plantas crasas y variedades en peligro de extinción, como la Silene hifacensis. Cada rincón del jardín tiene un diseño que invita a un viaje sensorial, con avenidas geométricas y setos de boj que evocan la armonía y la contemplación.
El Jardín de L’Albarda no es solo un bello paisaje, sino también un proyecto de conservación impulsado por la Fundación Fundem. A través de esta iniciativa, se protegen especies amenazadas, convirtiendo el recinto en un verdadero pulmón verde que fomenta la biodiversidad mediterránea.
Durante el verano, el jardín se transforma en un escenario vibrante con los Atardeceres musicales, una serie de conciertos al aire libre que fusionan música y naturaleza. Con el telón de fondo de impresionantes puestas de sol, artistas como Thierry Fouet ofrecen actuaciones que complementan la magia del lugar.
Para aquellos que deseen disfrutar de este rincón especial, el Jardín de L’Albarda abre sus puertas todos los días de 10:00 a 14:00, y durante los meses de julio y agosto también en horario de tarde, de 18:00 a 21:00. Las entradas tienen un precio de entre 7 y 9 euros para adultos y de 4 a 5 euros para niños, siendo gratis para menores de 6 años y socios.
A pocos kilómetros de un brillante Mediterráneo, L’Albarda se presenta como un recordatorio de que la verdadera belleza a menudo se encuentra lejos del bullicio cotidiano, en espacios donde la naturaleza y el arte se entrelazan en perfecta sintonía. Un lugar que, sin duda, se siente como el cielo en la tierra.