El uso de suplementos vitamínicos ha crecido significativamente en medio de una sociedad cada vez más enfocada en la salud y el bienestar. Estos productos, que prometen beneficios como el fortalecimiento del sistema inmunológico y la mejora de diversas condiciones físicas, se han vuelto omnipresentes en nuestro día a día. No obstante, este fenómeno ha generado preocupación entre los expertos, quienes destacan la desinformación en torno a su consumo.
Muchos consumidores recurren a los suplementos sin la debida consulta médica, influenciados por recomendaciones poco fundamentadas y campañas publicitarias atractivas. Especialistas en prevención de riesgos laborales han subrayado la importancia de un uso racional y basado en evidencia. Una alimentación equilibrada no puede ser sustituida por la ingesta de vitaminas. Los alimentos proporcionan nutrientes, fibra y compuestos bioactivos que no se encuentran en los suplementos.
Un error común es pensar que una mayor ingesta de vitaminas asegura mejores resultados. En realidad, el exceso de ciertas vitaminas, especialmente las liposolubles, puede provocar toxicidad y afectar órganos vitales como el hígado y los riñones. Además, la creencia de que «natural» equivale a «seguro» es engañosa, ya que ciertos suplementos naturales podrían interactuar negativamente con medicamentos.
La práctica deportiva ha sido frecuentemente asociada con la necesidad de suplementos, sin embargo, una dieta adecuada suele ser suficiente para la mayoría de las personas activas. Asimismo, la idea de que todos necesitamos vitaminas específicas, como la D o la B12, es otra percepción errada; las necesidades varían según factores individuales como la edad y la dieta.
El consumo de probióticos es a menudo no justificado, dado que su beneficio no es universal. También se ha promocionado el colágeno para la salud de la piel y las articulaciones, aunque su efectividad sigue siendo debatida y no ofrece resultados inmediatos.
El enfoque debe dirigirse hacia la educación en hábitos saludables que no dependan exclusivamente de la suplementación. Mejorar la dieta, la calidad del sueño y el manejo del estrés son componentes clave para el bienestar. Concluyendo que, aunque los suplementos pueden ser beneficiosos en ciertas situaciones, su uso debe ser ponderado y bajo supervisión médica.