Moscú, una joya histórica que resplandece en la actualidad, es una ciudad que cautiva a millones de turistas con su mezcla de tradición y modernidad. Desde sus inicios como un punto de paso de los esclavos en el siglo VI hasta su consolidación bajo el reinado de Iván III el Grande y su hijo Iván IV el Terrible, Moscú ha vivido una intensa y turbulenta historia. La ciudad ha sido testigo de revueltas, el ascenso y la caída de los Romanov, la influencia de líderes como Pedro el Grande, Catalina la Grande, y Nicolás II, así como de los profundos cambios provocados por guerras, revoluciones y las figuras de Lenin, Stalin, Gorbachov y Putin.
Uno de los tesoros más impresionantes de Moscú es la Plaza Roja, cuyo eje central está encuadrado por las murallas del Kremlin y los almacenes GUM, el mayor centro comercial de Rusia. En un extremo, la majestuosa catedral de San Basilio, mandada construir por Iván el Terrible y diseñada por el arquitecto Postnik Yakovlev, destaca con sus icónicas cúpulas coloridas. Esta increíble estructura y el destino trágico de Yakovlev, quien fue cegado por orden de Iván para evitar que repitiera tal magnificencia, son una muestra del apodo «Terrible» que acompañaba a este zar.
El Kremlin, con su imponente muro, alberga el mausoleo de Lenin, cuya conservación desde 1924 sigue siendo motivo de debate y curiosidad. La Catedral del Cristo Salvador, otro símbolo histórico, fue reconstruida en la década de los 90 tras haber sido demolida durante el régimen de Stalin, que planeaba sustituirla por el monumental Palacio de los Soviéticos.
En los últimos años, Moscú ha mostrado su capacidad de transformación y modernización, especialmente durante el Mundial de Fútbol de 2018, el evento deportivo más costoso de la historia con un gasto de aproximadamente 11.800 millones de euros. Este evento no solo atrajo a unas 4,5 millones de personas, sino que también revitalizó la infraestructura turística de la ciudad. Nikolai Gulyaev, responsable del Departamento de Deportes de Turismo de Moscú, ha subrayado la importancia de aprovechar estas mejoras para aumentar el flujo y los ingresos turísticos en el futuro.
Uno de los ejemplos más notables de esta modernización es el estadio Luzhniki, un coloso con capacidad para 80.000 personas y una inversión de 338 millones de euros en su renovación. No obstante, Moscú también ha hecho un esfuerzo significativo por integrar la naturaleza en el centro urbano. El Parque Zaryadye, inaugurado en un vasto espacio donde solía estar el hotel Rossiya, es un ejemplo del «urbanismo salvaje» que mezcla paisaje natural y urbano. Este parque, que incluye zonas que reflejan la tundra, estepa, bosque y humedales rusos, ofrece vistas impresionantes del Kremlin y la Catedral de San Basilio desde una estructura en forma de bumerang.
El legado histórico de Stalin se refleja en las “Siete Hermanas”, siete rascacielos construidos para conmemorar los 800 años de Moscú. Estos edificios, junto con la creciente estructura de Moscow City, marcan la evolución arquitectónica de la ciudad. A pesar del caos vehicular característico, con una acumulación de vehículos de alta gama y un sistema de tráfico desorganizado, Moscú sigue siendo una ciudad rica y segura.
El metro de Moscú, conocido como el «Palacio del Pueblo», es otra maravilla subterránea con estaciones decoradas como auténticos palacios. El Bunker 42, un refugio de Stalin convertido en museo, ofrece una experiencia única y claustrofóbica de la historia de la Guerra Fría.
Finalmente, la ciudad brilla en todo su esplendor durante eventos como el “Circle of Light”, donde diseñadores de luz transforman los edificios icónicos con coloridas proyecciones y espectáculos multimedia. Este festival, junto con muchas otras celebraciones, demuestra que Moscú no solo honra su pasado, sino que también se proyecta hacia un futuro vibrante y luminoso.