En un giro reciente dentro del entorno político y judicial español, Miguel Ángel Rodríguez, conocido por ser el jefe de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anticipado un movimiento judicial relevante contra Álvaro García Ortiz, el Fiscal General del Estado. A través de su actividad en las redes sociales, Rodríguez ha vinculado directamente esta acción con la imputación esperada de García Ortiz, la cual emerge en el contexto de una denuncia presentada por Alberto González Amador, pareja sentimental de Ayuso. La acusación en cuestión apunta a una presunta revelación de secretos por parte de García Ortiz, lo cual tuvo lugar en el marco de esfuerzos por refutar informaciones incorrectas divulgadas por el diario El Mundo.
Esta serie de eventos desencadenó tras la divulgación de un correo electrónico por parte de Rodríguez, que sugirió la existencia de un ofrecimiento por parte de la Fiscalía a González Amador. En dicho correo se planteaba un arreglo en el que este último aceptaría su culpabilidad en cargos de fraude fiscal, desatando una considerate controversia y debate público. Rodríguez, no ajeno a la polémica, ha incrementado sus actividades en las redes sociales, apuntando críticas hacia el gobierno de Pedro Sánchez y sus allegados, calificando a García Ortiz como el «fiscal del sanchismo» y pronosticando su imputación.
El ministro de Transición Digital, Óscar López, intervino en la polémica refutando las afirmaciones de Rodríguez y sugerindo una mala interpretación de los hechos por su parte. La situación se complica al considerar que la publicación original del correo implicado sugería presiones de la Fiscalía hacia la pareja de Ayuso para alcanzar un acuerdo. Sin embargo, documentos adicionales revelan que fue la defensa de González Amador la que reconoció delitos y buscaba minimizar las consecuencias legales, una realidad que la Fiscalía ha tenido que aclarar expresamente debido a la confusión creada.
Este escenario subraya la tensión entre figuras políticas y judiciales en España, dejando entrever cómo las estrategias de comunicación y las acusaciones públicas pueden influir en la percepción pública y agitar las aguas de la política regional. Con el Tribunal Supremo en el horizonte de esta batalla legal y mediática, la expectativa de una imputación contra el Fiscal General del Estado marca potencialmente un nuevo capítulo en las relaciones entre el gobierno de Díaz Ayuso y el Estado español.