En un reciente encuentro con la prensa organizado por Televisión Española (TVE), Melody, la representante española en el último Festival de Eurovisión, ha compartido detalles sobre su experiencia antes y durante el emblemático certamen musical, marcado por la decepción tras alcanzar una de las últimas posiciones. A pesar de este revés, Melody ha aprovechado para disfrutar de un descanso junto a su familia y su bebé, recargando energías antes de volver a afrontar a los medios y al público.
En la rueda de prensa, la cantante de Dos Hermanas no se ha guardado nada al explicar las dificultades y desencuentros que tuvo con RTVE desde el momento que su victoria en el Benidorm Fest la situó como la candidata oficial de España en Eurovisión. Melody destacó que, aunque se sentía orgullosa del esfuerzo y el trabajo invertido, su margen de decisión sobre la presentación fue mucho más limitado de lo esperado.
La artistas también expresó su frustración por no poder implementar sus propias ideas en la actuación, especialmente en lo que respecta a la puesta en escena. Detalló cómo sus propuestas fueron rechazadas y cómo ciertos aspectos cruciales del espectáculo, como el uso de pantallas o la coreografía, fueron alterados sin su completo consentimiento, incluso hasta el punto de obligarla a cambiar su imagen para adaptarse a lo que se consideraba más conveniente.
Melody enfatizó que su insatisfacción no se debe a la posición obtenida en el festival, sino a la restricción en su libertad creativa y expresión artística. Argumentó que para que una participación en Eurovisión sea realmente enriquecedora, es fundamental garantizar que los artistas mantengan el control sobre su propia imagen y propuesta escénica.
Las declaraciones de Melody durante esta convocatoria no solo revelaron las tensiones entre ella y la corporación pública en torno a la gestión de su participación en Eurovisión, sino que también subrayaron la necesidad de repensar cómo se colabora con los artistas para garantizar que su visión y originalidad sean el centro de la presentación, en lugar de ceder ante presiones por estrategias de marketing o decisiones meramente corporativas. Este diálogo abre la puerta a posibles cambios en la manera en que se coordina la participación en eventos de tal magnitud, insistiendo en que el respeto por la identidad artística y la libertad de expresión deberían ser prioritarios.