Marruecos ha intensificado su estrategia para reivindicar Ceuta, invirtiendo más de 50 millones de euros en campañas de influencia y propaganda. Esta iniciativa busca erosionar la soberanía española, utilizando tácticas de guerra cultural que recuerdan a las empleadas por Rusia en Europa del Este. Según informes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), las acciones de Marruecos están dirigidas a legitimar su narrativa sobre la ciudad autónoma, planteando incluso la posibilidad de un referéndum de autodeterminación.
La financiación de estos esfuerzos se canaliza a través de diversas organizaciones civiles, programas educativos y asociaciones culturales, con un enfoque especial en la creciente comunidad marroquí en España, que suma más de un millón de ciudadanos. Esta comunidad actúa como un vehículo para propagar el discurso que debilita la posición española en Ceuta y Melilla.
El contexto de esta estrategia no es accidental. Con Marruecos como uno de los anfitriones del Mundial 2030 junto a España y Portugal, se espera que el evento deportivo brinde una plataforma global para reforzar la imagen del país africano. Analistas sugieren que, tras el Mundial, Marruecos consolidará su influencia en Ceuta y Melilla mediante movimientos sociales y culturales que fortalezcan sus reclamaciones.
El plan marroquí se basa en una guerra sutil de narrativa, sin recurrir a un enfrentamiento militar directo. Las herramientas de esta estrategia incluyen programas que fomentan la identidad marroquí en la región, campañas en redes sociales que sostienen que Ceuta y Melilla son «territorios históricamente marroquíes», y apoyo a organizaciones que defienden un referéndum.
La respuesta española ante este fenómeno ha sido de creciente preocupación. Desde el ámbito político hasta el social, se reclama una mayor vigilancia y la implementación de medidas proactivas para contrarrestar la influencia marroquí. Se destaca la necesidad de reforzar la educación y la comunicación para reafirmar el carácter español de Ceuta y Melilla.
Este conflicto, aunque no militar, plantea un reto significativo. España debe adaptarse a este nuevo escenario que reconfigura las formas en que se desarrollan los conflictos internacionales, utilizando herramientas no convencionales para avanzar en intereses territoriales. Con la mirada puesta en 2030, la difícil tarea será no solo afrontar un desafío deportivo, sino también estratégico.