La salud del Papa Francisco ha causado gran inquietud desde mediados de febrero. A sus 88 años, el pontífice fue hospitalizado en el Hospital Gemelli de Roma tras sufrir de bronquitis, la cual se complicó en una neumonía bilateral. La situación se tornó crítica cuando el Papa enfrentó una crisis respiratoria severa y una trombocitopenia asociada a anemia, lo que lo llevó a recibir transfusiones de sangre. Este panorama médico ha desatado una ola de especulaciones en torno a su posible renuncia o fallecimiento, lo que podría dar inicio a un proceso para la elección de un nuevo pontífice mediante un cónclave, un evento histórico para la Iglesia Católica.
Si llegara a materializarse la renuncia o el deceso del Papa Francisco, el Vaticano activaría su protocolo para seleccionar a su sucesor. En este evento, 120 cardenales menores de 80 años serían convocados a la Capilla Sixtina para llevar a cabo una votación secreta hasta alcanzar una mayoría de dos tercios. La proclamación del nuevo Papa se haría oficial con el anuncio de “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Varios cardenales han comenzado a ser mencionados como posibles sucesores. Entre ellos destacan Luis Antonio Tagle, quien goza de un fuerte apoyo en Asia; Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano; y Peter Turkson, quien podría convertirse en el primer Papa africano en la historia moderna. También se encuentran en la lista Matteo Zuppi, Willem Eijk, Peter Erdő y Raymond Leo Burke, cuyas posturas varían desde la cercanía a las ideas progresistas hasta el conservadurismo.
Mientras tanto, el Vaticano mantiene silencio oficial respecto al pronóstico del Papa Francisco. Los informes médicos sugieren que su recuperación es incierta, provocando que miles de fieles alrededor del mundo se unan en oración por su salud. Las próximas horas son críticas para determinar si el pontífice logrará salir de esta crisis o si la Santa Sede se prepara para enfrentar uno de sus momentos más significativos en la historia contemporánea.