En una decisión que ha causado conmoción en la escena internacional, la Asamblea Nacional de Venezuela, dominada por el chavismo, ha convocado una reunión de emergencia con el objetivo de discutir la posible ruptura de lazos diplomáticos y comerciales con España. Este movimiento radical surge como respuesta directa al reciente reconocimiento por parte del Congreso de los Diputados español de Edmundo González Urrutia, un destacado opositor venezolano, como presidente electo.
Jorge Rodríguez, quien preside el Parlamento venezolano, ha sido uno de los más feroces críticos de esta medida, acusando a España de una «injerencia inadmisible» en los asuntos internos de Venezuela. Rodríguez ha demandado una reacción rápida y contundente que afirme la soberanía de Venezuela frente a lo que considera una agresión no sólo a la estabilidad política del país, sino también a su soberanía. La postura de Rodríguez y la Asamblea Nacional ha sido clara: todas las relaciones comerciales y diplomáticas con España deben cesar, incluyendo la expulsión inmediata de todos los representantes españoles en el país.
En una acción que busca subrayar la seriedad de su posición, Rodríguez ha pedido al gobierno venezolano, liderado por Nicolás Maduro, no solo cortar los lazos diplomáticos y comerciales, sino también suspender los vuelos comerciales que conectan Venezuela con España. Tal medida podría tener repercusiones significativas, no solo para las relaciones entre ambos países, sino también en un espectro económico y político más amplio.
Más allá del conflicto bilateral con España, Rodríguez también ha lanzado una advertencia hacia Estados Unidos. Sugirió la posibilidad de hacer públicos los detalles de los acuerdos alcanzados recientemente en Doha, en un intento por presionar a Washington a cumplir con los compromisos adquiridos en septiembre de 2023. Este aspecto añade otra capa de complejidad a la ya tensa situación, implicando potenciales implicaciones geopolíticas que van más allá de un simple conflicto diplomático.
La firmeza de Rodríguez y el apoyo unánime que ha recibido de la Asamblea Nacional en su llamado a defender la autonomía venezolana reflejan un panorama de tensión creciente en las relaciones internacionales de Venezuela. La perspectiva de enfriamiento en los lazos con España, y posiblemente con otros actores internacionales, abre interrogantes sobre el futuro diplomático del país y cómo influirá esto en su estabilidad política y económica a largo plazo.