En el dinámico escenario de la inversión extranjera en España, las empresas japonesas se han destacado por su notable crecimiento y contribución a la economía del país. Un informe reciente, revelado por el Círculo Empresarial Japón España (CEJE) en colaboración con la consultora Villafañe, arroja luz sobre las relaciones económicas robustas entre Japón y España, marcadas por una inversión acumulada de 9.200 millones de euros entre 2010 y 2023.
Esta cifra confirma una tendencia al alza, situando a Japón como el inversor asiático más prominente en España, muy por delante de China. No solo es destacable la cantidad invertida, sino también la diversificación sectorial de la misma. Industrias como la química, energética, automoción y tecnología se han beneficiado significativamente, con la industria química a la cabeza, acumulando una inversión de 3.200 millones de euros en las últimas tres décadas.
El contexto actual refleja un entorno empresarial en España que atrae más empresas niponas que nunca, con cerca de 400 operando en el país para el 2024, un considerable aumento desde las 225 de 2011. Esta presencia creciente es en parte legado de las primeras multinacionales japonesas que desembarcaron en España durante las décadas de 1970 y 1980, consolidando la modernización y competitividad de sectores clave.
Sin embargo, no todo está exento de desafíos. A pesar del sólido papel de Japón como inversor, todavía existe una percepción distorsionada entre algunos sectores, incluidos los medios, sobre el impacto real de esta inversión. Mientras que el enfoque japonés sigue priorizando la calidad y sostenibilidad, un significativo porcentaje de periodistas aún duda del aumento de la inversión japonesa, percibiéndola erróneamente como en declive.
A futuro, las predicciones son optimistas, con expectativas de aumentar la inversión en sectores estratégicos como la automoción, la industria farmacéutica y las energías renovables. A pesar de esto, la competencia está en aumento, particularmente por parte de otros actores asiáticos como China y Corea del Sur, quienes avanzan rápidamente en áreas emergentes como la tecnología y la movilidad eléctrica, planteando un reto significativo para las empresas japonesas que operan en territorio español.
La relación bilateral entre Japón y España se perfila, por tanto, como una de continuidad y expansión, basada en una cooperación económica que trasciende las cifras y se fundamenta en un respeto mutuo y beneficios compartidos. Con un ojo puesto en el futuro, ambas naciones parecen preparadas para afrontar los retos del mercado global mientras consolidan un lazo económico que sigue mostrándose fuerte y prometedor.