La industria de semiconductores a nivel mundial, conocida por su intensa competencia, está experimentando una sacudida sin precedentes debido a la agresiva estrategia de precios impulsada por China. Empresas como SMIC están liderando esta iniciativa al reducir drásticamente los costos de producción de chips y obleas, particularmente en nodos maduros, lo que ha puesto en aprietos a gigantes de la industria como TSMC. Ante esta situación, las fundiciones chinas están obligando a sus competidores a replantear sus estructuras de precios para seguir siendo relevantes en un mercado que se torna cada vez más desleal.
Un informe reciente indica que SMIC ha disminuido los precios de las obleas de 28 nm en un sorprendente 40%, pasando de 2,500 a 1,500 dólares por unidad. Este reajuste no solo afecta las obleas de 8 pulgadas, que son cruciales para el sector, sino también las de 12 pulgadas, las más utilizadas en múltiples aplicaciones tecnológicas. Este movimiento busca mejorar la presencia de las fundiciones chinas en un segmento donde la demanda se mantiene estable, aunque los márgenes de beneficio ya eran reducidos.
Los impactos de estas reducciones de precios han llevado a TSMC a la encrucijada de tener que evaluar sus propios precios en los nodos maduros para no perder relevancia. Históricamente, TSMC ha disfrutado de márgenes de rentabilidad superiores al 55%, pero con la presión de los precios en descenso, su capacidad para invertir en tecnologías avanzadas podría verse comprometida. Lo que antes era un panorama claro de dominación por parte de los líderes de la industria ahora se enfrenta a la realidad de una competencia que, gracias a los subsidios estatales, puede operar con márgenes mucho más estrechos.
China, con una estrategia de dumping económico, está utilizando su respaldo gubernamental para ofrecer precios que las empresas de otros países no pueden igualar sin sacrificar sus márgenes. Esta maniobra ha llevado a una desestabilización del mercado que podría estar transformando las normas de competencia en la industria global. Mientras países como Estados Unidos y miembros de la Unión Europea enfrentan largas y complejas normas burocráticas para ofrecer estímulos a su industria de semiconductores, China continúa avanzando sin los mismos obstáculos.
Los precios de venta promedio (ASP) en la industria ya han comenzado a resentirse por estas políticas agresivas. Las empresas enfrentan un dilema crucial: mantener precios que garantizan sus márgenes o reducirlos para no perder clientes ante sus competidores chinos. Las obleas de 12 pulgadas, que son cruciales para los sectores de consumo, automotriz y telecomunicaciones, están experimentando presiones adicionales.
Este cambio en la dinámica de precios no solo plantea interrogantes sobre la sustentabilidad de las operaciones de los gigantes de la industria, sino que también exige un enfoque coordinado más sólido entre las naciones que busquen competir de forma justa. Iniciativas como la Ley CHIPS en Estados Unidos buscan fomentar la producción interna a través de subsidios, pero la velocidad de implementación sigue representando un desafío considerable.
Las proyecciones indican que esta tendencia de precios bajos podría consolidarse en los próximos años, particularmente con el aumento de capacidad productiva de las empresas chinas. Para 2025, se espera que la industria de semiconductores enfrentará decisiones difíciles; una posible consolidación del mercado podría darse, donde empresas más pequeñas lucharán por sobrevivir, mientras que los actores mayores intenten adaptarse.
La política de precios agresiva de China plantea un escenario complicado para el futuro de la industria. Si bien, a corto plazo, los consumidores pueden beneficiarse de los precios más bajos, a largo plazo, la creciente dominación de un solo país podría limitar la innovación necesaria para garantizar la estabilidad en el sector. El desenlace de esta situación podría marcar el inicio de una era de liderazgo chino en la tecnología de semiconductores o servir como un llamado de atención para que otras naciones se organicen y respondan eficazmente. El tiempo es un factor crucial en este delicado juego de poder económico.