El 19 de mayo, el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) resalta la importancia de dar visibilidad a esta condición crónica que impacta a más de 300,000 personas en España, un número que sigue creciendo anualmente. Este día busca concienciar sobre las implicaciones de enfermedades como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.
La colitis ulcerosa se localiza en el intestino grueso, mientras que la enfermedad de Crohn puede afectar cualquier sección del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano. De acuerdo con el especialista Juan Arenas, la EII tiene un origen inmunológico y está influenciada por factores genéticos, dietéticos y el estrés. Aunque no se ha identificado una causa única, se reconoce que el consumo de alimentos ultraprocesados y el estrés pueden aumentar la probabilidad de brotes.
Los afectados suelen presentar síntomas como diarrea crónica, frecuentemente acompañada de mucosidad o sangre, dolor abdominal y pérdida de peso, lo que impacta significativamente su calidad de vida. Frente a la sospecha de EII, se realizan análisis de heces para detectar marcadores de inflamación y se lleva a cabo una colonoscopia, reconocida como la técnica más precisa para el diagnóstico.
Tras el diagnóstico, la EII requiere un seguimiento médico constante y tratamientos para controlar los brotes y evitar recaídas. Los avances en tratamientos a lo largo de los años han sido notables, incluyendo desde antiinflamatorios hasta terapias biológicas que atacan directamente la inflamación, permitiendo que muchos pacientes lleven una vida normal.
En numerosos casos, los tratamientos deben ser permanentes, pero con el objetivo principal de prevenir brotes y garantizar una buena calidad de vida a largo plazo. A pesar de ser una condición crónica, el futuro es prometedor. Si un tratamiento no da resultados, existen alternativas y se continúa investigando nuevas terapias para asegurar que las personas con EII puedan disfrutar de una vida plena y diferente a la de hace una década y media.