La reciente Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha dejado una huella de devastación en la región, pero uno de los pocos lugares que ha permanecido intacto es la tienda de muebles Ikea, ubicada en lo que se podría considerar el epicentro de la emergencia. A pesar del desbordamiento de ríos y la magnitud de las lluvias, este establecimiento ha logrado salir ileso, lo que ha generado gran interés tanto en medios nacionales como internacionales.
La clave de esta resiliencia se encuentra en una combinación de factores que han permitido a Ikea resistir ante las adversidades climáticas. Su diseño arquitectónico, que cumple con estándares altos de sostenibilidad y robustez, juega un papel crucial. Entre sus características, resalta un avanzado sistema de drenaje capaz de gestionar grandes volúmenes de agua, un techo inclinado que facilita el escurrimiento, así como paredes impermeabilizadas que evitan filtraciones. Estos elementos fueron fundamentales para prevenir la acumulación de agua que podría haber generado graves daños en la infraestructura.
Otra ventaja para Ikea fue su ubicación. Situada en una parte ligeramente elevada del centro comercial, la tienda pudo evitar el agua acumulada que afectó a muchos negocios cercanos. Esta diferencia geográfica, en un evento de tal magnitud, resultó ser decisiva y subraya la importancia de planificar la ubicación de los establecimientos en relación con los riesgos medioambientales.
Además del entorno físico, Ikea se benefició de una meticulosa preparación ante emergencias. Ante los primeros avisos de condiciones climáticas adversas, su gestión puso en marcha un plan que incluía medidas para proteger el inventario, supervisar la infraestructura de drenaje y organizar turnos de trabajo adicionales para el personal. Gracias a estas estrategias proactivas, la tienda se encontró lista para enfrentar la tempestad con eficacia.
En un acto de solidaridad, Ikea también ha extendido su mano a las comunidades afectadas, ofreciendo recursos y apoyo a los negocios vecinos que han sufrido daños significativos. Esta acción no solo ha sido bien recibida, sino que también ha reforzado los lazos entre la tienda y la comunidad, demostrando que la fortaleza de Ikea va más allá de su arquitectura, abarcando un compromiso genuino con el bienestar de quienes la rodean.
El caso de Ikea se ha convertido en un modelo a seguir para otras empresas sobre cómo el diseño inteligente, una adecuada planificación y una respuesta ágil pueden hacer la diferencia frente a fenómenos climáticos extremos, que parecen volverse cada vez más frecuentes en el contexto del cambio climático global. La historia de Ikea no solo es un testimonio de resistencia estructural, sino también un recordatorio de la importancia de la responsabilidad social de las empresas en momentos críticos.