Cuidar y limpiar objetos y cubiertos de oro en casa puede parecer complicado, pero con algunas técnicas sencillas, es fácil mantener su esplendor. A continuación, te presentamos algunos consejos prácticos para lograrlo de manera segura.
Primero, es fundamental recordar que el oro puro es muy blando y puede dañarse con facilidad. Por ello, es crucial utilizar productos suaves y no abrasivos. Un método efectivo es preparar una solución de agua tibia con un poco de jabón líquido suave. Utilizando un paño de microfibra o una esponja suave, frota delicadamente la superficie del objeto, prestando especial atención a las áreas con suciedad o manchas.
Tras la limpieza con jabón, es esencial enjuagar bien con agua tibia para eliminar cualquier residuo. Luego, seca completamente el objeto con un paño limpio para evitar marcas de agua y mantener su brillo.
Para cubiertos dorados, una alternativa eficaz es la pasta de bicarbonato de sodio y agua. Mezcla ambos ingredientes hasta obtener una pasta espesa y aplícala con un paño suave. Esta solución no solo elimina la suciedad, sino que también ayuda a restaurar el brillo del oro. Enjuaga y seca del mismo modo que con el jabón.
Es importante evitar limpiadores químicos agresivos, como aerosoles o productos para metales, que pueden dañar el oro. También es recomendable almacenar los objetos en un lugar seco y protegerlos de golpes o fricciones.
Aunque la limpieza regular es clave para mantener el oro reluciente, en algunos casos es aconsejable llevar las piezas a profesionales, sobre todo si son de gran valor histórico o sentimental.
Con estos simples pasos, podrás disfrutar de la belleza del oro en tu hogar y asegurar que brille durante muchos años.