La lavanda inglesa, o Lavandula angustifolia, goza de una popularidad indiscutible entre las plantas aromáticas gracias a su irresistible fragancia y su encanto visual. Para que esta planta se desarrolle a plenitud, exhibiendo una floración abundante y vigorosa, es esencial abordar la tarea de la poda con conocimiento y cuidado.
Conocer el momento adecuado para la poda de la lavanda es fundamental. Los especialistas señalan que el tiempo óptimo para realizar esta labor es a finales del verano o a inicios del otoño, una vez que la planta ha culminado su ciclo de floración. Este momento preciso posibilita que la lavanda recupere su vitalidad tras la floración, preparándose para un crecimiento robusto en la siguiente temporada.
La técnica de poda requiere el uso de herramientas limpias y afiladas, preferentemente tijeras de podar, para evitar daños innecesarios a la planta. El proceso inicia con la eliminación de flores marchitas y ramas que se encuentren secas o deterioradas. Este paso no solo mejora la estética de la planta sino que también es una medida preventiva contra la proliferación de enfermedades.
Un aspecto crítico durante la poda de la lavanda inglesa es el evitar cortar demasiado cerca de la «madera vieja», dado que estas secciones no tienen la capacidad de regenerarse. Lo recomendable es reducir aproximadamente un tercio de la planta, cuidando de dejar suficiente follaje verde. Este método no solo promueve la aparición de nuevos brotes, sino que también mejora la circulación del aire alrededor de la planta, minimizando así el riesgo de plagas y enfermedades.
Es de vital importancia durante la poda, mantener una forma redonda y compacta de la lavanda, lo cual no solo es estéticamente agradable sino que también garantiza una exposición solar uniforme, indispensable para una floración generosa. Además, una poda adecuada y mantenida a lo largo del tiempo contribuye a extender la vida de la planta, permitiéndole florecer de manera saludable y exuberante durante más años.
Tras la poda, es aconsejable aplicar un fertilizante orgánico que impulse el crecimiento de nuevas ramas y flores. Un régimen de riego moderado pero consistente, evitando el exceso de agua, garantizará que la lavanda se mantenga hidratada adecuadamente sin sufrir daños.
En conclusión, la poda efectiva de la lavanda inglesa comprende realizarla al finalizar el verano, el uso de herramientas adecuadas, prevenir el corte próximo a la «madera vieja», mantener una forma compacta y aplicar cuidados posteriores como fertilización y riego controlado. Siguiendo estos consejos, los jardineros pueden disfrutar de una planta de lavanda robusta, con floraciones espectaculares año con año.