En el corazón de Madrid, escondido entre los recovecos de su rica historia y vibrante cultura, yace un tesoro prácticamente desconocido que desafía las narrativas convencionales sobre la libertad y el arte. Se trata de una estatua de la Libertad, esculpida con precisión y maestría en mármol blanco de Carrara, que ha permanecido casi olvidada en el Panteón de Hombres Ilustres. Lo que la hace aún más especial es que precede por dos décadas a su famosa contraparte ubicada en Nueva York. Este detalle, interesante y poco conocido, subraya no sólo la profundidad histórica de Madrid sino también invita a reflexionar sobre la naturaleza cambiante de los símbolos de libertad y democracia a través del tiempo.
La estatua madrileña fue cincelada con destreza por Ponciano Ponzano, un escultor de Aragón, en 1853. Originalmente concebida para conmemorar los ideales de libertad y los principios republicanos, esta obra de arte es un testamento vívido de esos deseos de emancipación que permeaban Europa en el siglo XIX. Contraria a la célebre Estatua de la Libertad estadounidense, obra maestra de Frédéric Auguste Bartholdi finalizada hacia finales de 1879, la estatua de Madrid difiere en material, dimensión y símbolos representados, aunque ambas comparten el mismo espíritu de idealismo y esperanza.
Aunque más modesta en tamaño, con poco más de dos metros de altura, la elegancia y la habilidad artesanal de la estatua de mármol de Ponzano resplandecen con una gracia clásica. Mientras que la figura americana se erige majestuosamente sobre el horizonte con su impresionante estatura de 46 metros y su piel de cobre patinado, la estatua española transmite su mensaje con una presencia serena y sobria. Portando un gorro frigio, símbolo de la libertad, un cetro en una mano y un yugo roto en la otra, la estatua simboliza el fin de la opresión y la victoria de los ideales republicanos, diferenciándose de su homóloga, que lleva una antorcha y una tabla que conmemora la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.
El Panteón de Hombres Ilustres, que acoge esta estatua, no solo es un monumento a la memoria de destacadas figuras políticas de la historia española, sino que también invita a un viaje en el tiempo a todo aquel que lo visite. Abierto al público de forma gratuita, brinda una experiencia cultural única en un espacio donde converge el arte con la historia.
El reciente interés por esta estatua de la Libertad madrileña enriquece aún más el panorama cultural de la ciudad, demostrando que Madrid no deja de sorprender con los secretos y joyas ocultas en sus calles y monumentos. Este descubrimiento es un recordatorio para madrileños y visitantes por igual de la importancia de preservar y difundir nuestro patrimonio, entender nuestras raíces comunes, y valorar los símbolos que nos conectan con nuestra historia y valores compartidos.
La revelación de la estatua invita, además, a una exploración más profunda de los tesoros menos conocidos que se esconden en el tejido urbano de nuestras ciudades, subrayando la riqueza y diversidad de la historia y cultura españolas. Madrid, combinando lo antiguo con lo nuevo, nos demuestra una vez más que es un lienzo vivo donde cada esquina narra una historia, esperando ser descubierta por aquellos con el deseo de buscar más allá de lo evidente.