La población de España está envejeciendo a un ritmo acelerado, y el impacto de este fenómeno en el mercado laboral es notable. En 2024, se registraron 137 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16, un índice que refleja un crecimiento sostenido impulsado por una esperanza de vida cada vez mayor y una tasa de natalidad en constante descenso. Este escenario, definido por muchos como un «invierno demográfico», expone a la sociedad a desafíos significativos.
El envejecimiento de la población se traduce en una fuerza laboral con una media de edad más elevada. Los trabajadores sénior, aquellos mayores de 55 años, representan el 21% de la fuerza laboral actual, un incremento notable en comparación con el 13,6% de hace una década y el 10% de hace veinte años. Este incremento ha llevado a que, en 2024, el número de personas activas mayores de 55 años supere los 5 millones, marcando un aumento del 4,6% respecto al año anterior y un impresionante 146% desde 2004.
Sin embargo, esta creciente presencia de trabajadores sénior enfrenta importantes obstáculos en el mercado laboral. Los prejuicios y estereotipos negativos, tales como la percepción de obsolescencia o menor flexibilidad, pueden llevar a inactividad, desempleo de larga duración, jubilaciones prematuras, y un mayor riesgo de exclusión y pobreza. Estas dificultades contrastan con la necesidad creciente de aprovechar la experiencia y competencia de los trabajadores sénior, especialmente en un contexto donde la edad de jubilación también está en aumento.
Las Comunidades Autónomas muestran variaciones en la proporción de trabajadores sénior. Castilla y León, Asturias, y Cantabria lideran con las tasas más elevadas, mientras que Baleares, Murcia, y Andalucía presentan cifras más bajas. No obstante, todas las regiones están experimentando un aumento en la participación de los trabajadores sénior, destacando la necesidad de abordar esta tendencia con políticas eficaces.
Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, ha subrayado la urgencia de eliminar los prejuicios contra los trabajadores de mayor edad y mecanismos que dificultan su acceso al empleo. Según Mesonero, es crucial mejorar la cualificación de la ciudadanía para facilitar la integración laboral de personas tradicionalmente inactivas, como aquellos con discapacidad o mujeres que desean reincorporarse al mercado laboral tras dedicarse a la familia.
Mesonero también señala un desajuste significativo entre la formación de los trabajadores y las necesidades empresariales, lo que agrava la tasa de desempleo mientras las empresas luchan por cubrir vacantes. Para corregir este desajuste estructural, es esencial implementar políticas activas de empleo y aprovechar el potencial de la fuerza laboral extranjera.
Por último, las empresas deben trabajar hacia la creación de culturas corporativas «age friendly», que valoren y retengan el talento sénior. Es fundamental que las organizaciones adopten medidas inclusivas y flexibles que permitan a todos los empleados, independientemente de su edad, contribuir eficazmente al entorno laboral.