En el mundo del espectáculo español, Rosa María Sardà se distinguió por su inigualable capacidad para entrelazar magistralmente el humor con el drama, dejando una huella imborrable en teatro, cine y televisión. Nacida en Barcelona el 30 de julio de 1941, Sardà inició su periplo en el arte de actuar de manera autodidacta, con sus primeros pasos en el teatro de aficionados del barrio de Horta, para luego dar un salto significativo al teatro profesional en 1962, donde comenzó a esculpir su vasto y diverso legado artístico.
Durante la década de los setenta, no solo consolidó su carrera teatral, sino que también empezó a explorar el mundo del cine y la televisión, desarrollando una versatilidad que le permitió brillar en cada uno de estos ámbitos. Incluso se aventuró en la presentación de programas televisivos como «Festa amb Rosa Maria Sardà» en 1979, donde demostró su innato talento para la comedia y su destreza como presentadora.
Sin embargo, fue en los años ochenta cuando su carrera tomó un vuelco significativo con el programa «Ahí te quiero ver» de TVE-1, que la catapultó a la fama masiva. Su habilidad para la improvisación y un agudo sentido del humor la posicionaron como una referente de la televisión española, reconocimiento que se materializó con el Premio TP de Oro a la mejor presentadora en 1984.
La década de los noventa representó un momento crucial en su trayectoria actoral con la obtención de dos Premios Goya gracias a su trabajo en el cine, que la consolidaron como una de las actrices más destacadas de España. Este periodo estuvo marcado por colaboraciones con grandes directores como Pedro Almodóvar y Fernando Trueba, y culminó con la Medalla de Oro de la Academia de Cine en 1999, en reconocimiento a su trayectoria.
A pesar de su éxito en la pantalla grande y pequeña, el teatro nunca dejó de ser su hogar, un refugio donde continuó explorando y deslumbrando con obras clásicas y contemporáneas. Este compromiso con las artes escénicas fue honrado en 2015 con el Premio Max de Honor por su trayectoria teatral.
Rosa María Sardà dejó un legado de noventa y seis producciones audiovisuales, reflejando una carrera prolífica y multifacética que se extendió por más de cinco décadas. Su capacidad para actuar tanto en castellano como en catalán demostró su versatilidad y compromiso con la diversidad cultural de su país, permaneciendo relevante en el ámbito profesional hasta su último trabajo en 2019.
En su vida personal, Sardà se destacó por mantener un equilibrio entre su carrera y su intimidad. Casada con Josep Maria Mainat, tuvo un hijo, Pol Mainat, continuando el legado familiar en el mundo del espectáculo. A lo largo de su vida, priorizó la privacidad y los lazos familiares, demostrando que, más allá de su impacto como artista, su verdadero legado también reside en el amor y la dedicación a su familia.


