La alegría y el entusiasmo llenan el hogar de Dolores Buitrago en Puertollano, Ciudad Real, donde esta admirable mujer, conocida cariñosamente como «Dolores, Lolita, Lola», se prepara para un acontecimiento significativo. El próximo 30 de junio, Dolores celebrará su 110º cumpleaños, convirtiéndose así miembro del exclusivo grupo de los supercentenarios.
Este logro no solo marca un hito personal sino que también ha llamado la atención de figuras prominentes en el estudio de la longevidad, entre ellos, el doctor Manuel de la Peña, un prestigioso académico y presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social. Según De la Peña, cuya investigación se centra en cómo vivir hasta los 120 años con salud, España se sitúa como uno de los países con mayor número de centenarios y supercentenarios, conformando un verdadero «yacimiento” de longevidad.
En una entrevista clínica realizada recientemente, Dolores compartió las claves de su longevidad: una rigurosa dieta baja en sal, sin cigarrillos y mucho chocolate con magdalenas, además de su amor por cantar coplas, su paz mental y una notable alegría de vivir. Estos hábitos saludables, junto con la minuciosa atención médica que incluye la vigilancia de su presión arterial, frecuencia cardíaca y otros indicadores vitales, han jugado un papel crucial en su bienestar.
A sus 110 años, Dolores mantiene una vida activa, ayudada por los cuidados de su hija Pilar y su nieta Ana Benítez. Su habilidad para la pintura y un humor contagioso son testamento de una vida plena y vibrante, marcada por importantes eventos históricos como guerras mundiales, una guerra civil y pandemias globales. A pesar de estos desafíos, Dolores ha llevado una vida enriquecedora, rodeada de tres hijos, ocho nietos y doce bisnietos quienes admiro y aprecio profundamente.
El testimonio de «Dolores, Lolita, Lola», junto con otros centenarios, será parte de la próxima ‘Guía para vivir sanos 120 años’ de De la Peña, que promete ser una importante contribución al estudio de la longevidad. Esta fascinante mirada a las vidas de quienes han cruzado la barrera del siglo son un claro recordatorio de que, con los cuidados adecuados y un espíritu positivo, el límite tradicional de edad puede ser solo el principio.