Françoise Hardy, la famosa cantante pop francesa, marcó un hito en la historia musical de Valencia con su memorable concierto de 1964 en el parador So Nelo, dejando una huella imborrable en quienes tuvieron la oportunidad de presenciar su talento en vivo. Su actuación no solo se convirtió en un símbolo de modernidad en una era de restrictivas normas culturales bajo la dictadura franquista, sino que también encarnó un mensaje de libertad y rebelión cultural para la juventud española de la época.
El acontecimiento tuvo lugar en una España fuertemente censurada, donde cualquier manifestación artística extranjera era recibida con entusiasmo por ser una rareza. El concierto de Françoise Hardy, con la interpretación de grandes éxitos como “Le temps de l’amour” y “Tous les garçons et les filles”, significó una ruptura con el aislamiento cultural prevalente. El parador So Nelo, conocido por acoger eventos musicales locales, se transformó esa noche en un espacio de conexión con el exterior, algo ansiado por el público joven de la época.
No obstante, el evento estuvo marcado también por la adversidad, ya que un incendio, provocado accidentalmente por petardos, destrozó el lugar impidiendo la realización del segundo concierto programado. El incidente destruyó tanto el recinto como los instrumentos y el equipo de Hardy, una pérdida lamentada por miembros de su grupo, que, sin embargo, se sintieron afortunados de no haber estado presentes durante el siniestro.
La peculiar historia de Hardy en Valencia no se menciona en sus memorias, pero ha sido preservada por aficionados y mediante el hallazgo de fotografías de la época, compartidas por Jean-Marie Périer, pareja de Hardy en aquel tiempo. Estos recuerdos fotográficos ofrecen una mirada íntima al momento histórico que vivió la ciudad con la visita de la artista.
El episodio de Françoise Hardy en Valencia se ha convertido en un símbolo resonante de cómo, incluso en los periodos más sombríos, la música posee un poder único para cruzar fronteras, conectar corazones y fomentar un espíritu de esperanza y libertad. La actuación de la cantante francesa en 1964 es recordada no solo como un evento musical destacado, sino como una afirmación de la resistencia cultural ante la adversidad, un legado que perdura y sigue inspirando a nuevas generaciones.