En una reciente emisión de «El Hormiguero», Pablo Motos sorprendió a su audiencia con una charla introspectiva y reveladora sobre cómo el ego y las heridas de la infancia pueden impactar nuestro crecimiento personal y felicidad. Con una aproximación cercana y profundamente humana, Motos compartió con sus espectadores la importancia de confrontar y sanar esas cicatrices emocionales que arrastramos desde nuestros primeros años de vida.
Motos abrió el tema centrándose en la psicología infantil, subrayando el hecho de que los niños, entre los 0 y 6 años, viven en un estado de absorción casi hipnótico, lo que significa que las experiencias vividas se graban con una intensidad notable en sus mentes. «Cualquier cosa que nos suceda por primera vez se queda con nosotros de manera significativa». A partir de aquí, el presentador introdujo la discusión sobre el ego, explicando cómo la abrumadora atención que los niños reciben puede inflar este aspecto de su personalidad, un ego que luego busca ser alimentado de manera similar en la edad adulta.
«No es tu amigo», advirtió Motos respecto al ego. Según él, este sentido inflado de sí mismo separa a las personas del mundo que les rodea, fomentando sentimientos de angustia y miedo. «Cuanto más conectado estés con tu ego, más temor experimentas en la vida», señaló, enfatizando la importancia de buscar conexiones auténticas con otros como antídoto.
Motos también abordó cómo el ego puede distorsionar la autoimagen, haciendo que el valor personal se perciba únicamente en términos de logros o posesiones. Esta visión limitada, arraigada desde la infancia, requiere de un esfuerzo consciente para ser reformada, invitando a los espectadores a desafiar y transformar ese «falso yo».
Finalmente, compartió una metáfora ilustrativa: imaginar nuestras personalidades como si tuviéramos dos capas, siendo la capa exterior el ego y la interior nuestro verdadero ser. Motos sugirió que al adelgazar la capa del ego, permitimos que más luz traspase, facilitando así una vida más plena y compasiva.
Esta reflexiva disertación hizo eco en muchos de sus espectadores, dejando claro que más allá del entretenimiento, programas como «El Hormiguero» también pueden ser un espacio para el crecimiento personal y la introspección.