El eco de los gritos y los aplausos resuena aún en la memoria colectiva de aquellos que vivieron una jornada que rompió moldes en 1994. La plaza de toros de Aranjuez fue el escenario de un evento único: una corrida en la que solo las mujeres ocuparon el espacio a su alrededor, devotas del carisma del joven matador Jesulín de Ubrique. El ingenio y la audaz propuesta de Antena 3 se convirtieron en el marco perfecto para lo que se perfilaba como una auténtica revolución social.
Aquellos años noventa estaban empapados de cambios y el fenómeno Jesulín no fue la excepción. Con apenas 17 años, el torero llenó plazas y atrajo la atención de una legión de admiradoras que le lanzaban todo tipo de ofrendas: sujetadores, bragas y flores eran solo el principio de una devoción que se fue haciendo cada vez más evidente. El joven torero se convirtió en el símbolo de una época, donde las mujeres, en una sociedad marcada por ciertas restricciones, encontraban en el espectáculo taurino una vía de expresión colectiva.
Los preparativos para este evento singular fueron meticulosos. Antena 3 se aventuró a crear un ambiente exclusivo: solo mujeres formaban parte del equipo de seguridad y la producción, y la alcaldía, incluso, tuvo que elegir a una representante femenina, la única en el gobierno local, para presidir la corrida, a pesar de su postura antitaurina. Así, el lema «Va por ellas» retumbó en la mente de miles de asistentes que abarrotaron la plaza en un espectáculo donde la presencia femenina era la protagonista indiscutible.
La combinación de factores atrajo cerca de 9.000 mujeres, un número que superó las expectativas iniciales y dejó a la organización pensando en lo que vendría después. Irma Soriano, la encargada de presentar la retransmisión, recuerda cómo el evento pronto se convirtió en un hito de la televisión, alcanzando niveles de audiencia jamás vistos hasta entonces en corridas de toros. La emoción y el fervor por Jesulín, conocido por su elegancia y estilo, añadieron una capa de intensidad a cada pase, convirtiendo el evento en un espectáculo que atrajo miradas más allá de los muros del ruedo.
El impacto no se detuvo ahí. La retransmisión no solo marcó un antes y un después en la historia de la televisión, sino que abrió la puerta a nuevas corridas que Jesulín organizó, cosechando un éxito arrollador en cada una. La corrida solo para mujeres se convirtió en un referente de cómo un simple evento podría ser transformador en términos de audiencia y representación.
Hoy, recordamos aquel día como un momento de celebración, de unión y de reivindicación. Jesulín logró no solo brillar en el ruedo, sino también en la memoria de generaciones, demostrando que la tradición puede coexistir con la modernidad y que cada vez que se rompe el status quo, se deja una huella imborrable en la cultura popular.