Villaricos y el Dreambeach: Un cambio de aires que divide opiniones
En Almería, un pequeño pueblo llamado Villaricos ha vivido, durante casi una década, un fenómeno singular que ha transformado el semblante de sus calles y la vida de sus poco más de setecientos habitantes. Este cambio vino de la mano del festival Dreambeach, considerado uno de los eventos de música electrónica más destacados de España y un punto de referencia a nivel europeo. Esta celebración, sin embargo, ha sido vista con ojos críticos por parte de la población local y ha generado un debate sobre los beneficios y perjuicios de albergar macroeventos.
Para Paco, un hostelero local con años de experiencia, la llegada de los asistentes al festival supuso un reto para el turismo familiar tradicional del lugar. La imagen de “sujetos borrachos haciendo vandalismo y orinando en las calles” se ha convertido en una constante cada año, alejando al turismo que antes disfrutaba de la tranquilidad de Villaricos. Esta perspectiva no es única y refleja la complejidad de acoger un evento de tal magnitud.
La reciente noticia de que el Dreambeach se trasladará a la ciudad de Almería para su edición 2024 ha desencadenado sentimientos encontrados tanto en Villaricos como en su nuevo destino, El Toyo. Mientras que algunos vecinos y comerciantes lamentan la pérdida, argumentando la falta de beneficios directos y poniendo en duda la prometida lluvia de millones, otros celebran la relocalización del evento. El hostelero Francisco y el propietario del Hostal Casa Verde ejemplifican esta división de opiniones, entre el alivio y la nostalgia por las oportunidades perdidas.
Los organizadores del Dreambeach defienden la decisión de mover el festival alegando mejoras en accesibilidad, logística y oferta turística. Tienen el objetivo de legitimar los beneficios económicos directos de eventos de esta magnitud, sosteniendo que en la edición de 2023 se generaron 12,5 millones de euros y se crearon mil puestos de trabajo. A pesar de estos números, la percepción de su impacto en Villaricos y Palomares varía significativamente entre los residentes.
Almería, como nueva anfitriona, ve en el Dreambeach una oportunidad para diversificar su modelo turístico, ampliando su oferta cultural y musical más allá del tradicional enfoque en el turismo de sol y playa. El ayuntamiento busca atraer un espectro más amplio de visitantes y explorar nuevas vías de desarrollo.
La partida del festival de Villaricos plantea un debate más amplio sobre cómo los grandes eventos pueden impulsar el desarrollo económico, pero también generar impactos sociales y locales significativos. Mientras algunos en Villaricos expresan alivio, otros consideran que el evento era una oportunidad para estabilizar un turismo más diversificado. La reubicación del Dreambeach ilustra los desafíos de equilibrar intereses diversos frente a la realización de macroeventos, un dilema que continúa generando opiniones divididas.