La situación entre Dani Rodríguez y el Mallorca ha alcanzado un nivel crítico que podría marcar un punto de quiebre en la historia del club. Todo comenzó con declaraciones del centrocampista, que pusieron en tela de juicio la gestión del entrenador Jagoba Arrasate. Esta polémica llevó a la directiva a retirarle la capitanía y a sancionarlo, aplicando una suspensión sin sueldo, lo que ha generado un clima tenso entre las partes.
El conflicto no es nuevo; ya en enero, durante la Supercopa en Arabia Saudí, Rodríguez había manifestado su desacuerdo con la forma en que el club manejó ciertas situaciones, particularmente en lo relacionado con la defensa a mujeres que habían sido víctimas de abuso por parte de aficionados. Desde ese episodio, la relación entre el jugador y la directiva ha estado marcada por desacuerdos, incluyendo una discusión con el CEO Alfonso Pérez sobre la alineación para un partido contra el Real Madrid. Este cúmulo de tensiones ha derivado en sanciones más severas y una incertidumbre que afecta tanto a la carrera del futbolista como al rendimiento del equipo.
A pesar de los obstáculos, Rodríguez sigue firme en su deseo de continuar en el Mallorca y regresar a los entrenamientos, buscando evitar un castigo deportivo que podría complicar aún más su situación. Mientras se entrena en solitario, evalúa sus opciones, aunque es evidente que el ambiente se ha vuelto hostil. Si el estancamiento persiste, una posible salida en el mercado de invierno se vislumbra como la alternativa más viable. Después de siete años defendiendo los colores del Mallorca y acumulando más de 250 partidos, una despedida abrupta podría empañar su legado en Son Moix, dejando a la afición y a sus compañeros en una situación incómoda.
El desenlace de esta saga aún es incierto, pero ambos lados parecen firmes en sus posiciones, lo que podría culminar en un desenlace inesperado.