En un caso que conmociona por su crudeza y traición, un hombre de 54 años ha sido condenado a cuatro años de prisión por apropiarse de las indemnizaciones destinadas a sus dos hijos discapacitados, tras un trágico accidente de tráfico ocurrido en 2006. La Audiencia de Alicante ha evidenciado un abuso de confianza que ha dejado una huella imborrable en esta familia.
El accidente resultó devastador, causando que el hijo mayor, que tenía solo nueve años en ese momento, y la madre fueran reconocidos con un 65% de discapacidad. La hija menor, de apenas siete años, sufrió daños aún más severos, alcanzando un 88% de minusvalía. En total, la aseguradora dispuso de 1,2 millones de euros en compensaciones, así como pensiones por invalidez, destinados a la madre y los hijos. Sin embargo, ese dinero no fue destinado a su cuidado y bienestar.
El padre, quien asumió el control total del patrimonio familiar, desvió las indemnizaciones a sus propios intereses, utilizando los fondos para financiar negocios personales, en especial dos empresas de venta de vehículos que estableció posteriormente. A pesar de los varios requerimientos por parte de la justicia, nunca proporcionó un informe sobre el manejo financiero de las indemnizaciones, mostrando así un «ánimo de enriquecimiento injusto», según el tribunal.
La sentencia destaca la gravedad del delito, imponiendo una agravante debido al parentesco, al ser el padre de las víctimas. No obstante, también se tuvo en cuenta una atenuante por las demoras en los procesos judiciales, que retardaron el caso por años. Además de la pena de prisión, tendrá la obligación de reintegrar 356.305 euros a su hijo y 179.433 euros a su hija, aunque este resarcimiento económico no podrá borrar el dolor emocional y moral que ha causado.
Este dictamen marca el fin de un capítulo oscuro donde el deber paternal se transformó en un instrumento de explotación. Hoy, esos hijos, ya adultos, enfrentan no solo las secuelas físicas de un accidente devastador, sino también el profundo impacto de una traición que desafía toda comprensión. La herida que han sufrido no se sanará con cifras o compensaciones.