En tiempos recientes, la elección del color en las viviendas ha experimentado un cambio significativo, trascendiendo la mera cuestión estética para adentrarse en el terreno de las tendencias que dominan las redes sociales y la moda actual. Este fenómeno ha transformado la manera en la que las personas deciden decorar sus hogares.
Un estudio reciente arroja luz sobre esta situación, revelando que un porcentaje considerable de propietarios se inclina hacia colores populares en plataformas como Instagram. Entre las tonalidades favoritas se encuentran el verde salvia, el azul pálido y los neutros cálidos. Estas opciones no solo son visualmente atractivas, sino que también resultan fáciles de compartir y admirar en las redes. La psicóloga ambiental María López señala que el interés de muchos se centra más en la apariencia fotográfica de sus hogares que en la conexión emocional que puedan tener con ellos.
Esta tendencia tiene también un impacto visible en los barrios, donde se observa una saturación de colores similares, generando una preocupante homogeneidad. Los expertos en diseño advierten que este fenómeno podría acarrear la pérdida de la identidad arquitectónica local, ya que las viviendas, que solían reflejar la cultura y la historia regional, se adaptan ahora a lo que dictan las modas.
No obstante, algunos ven en esta tendencia una forma de expresión personal. Las redes sociales permiten a los propietarios compartir sus elecciones estéticas e inspirarse en las de otros. Sin embargo, existe el riesgo de que la presión por ser «instagrameables» conduzca a decisiones que no sean ni prácticas ni funcionales para el día a día de las familias.
Con las constantes y rápidas fluctuaciones de las tendencias, surge la inquietud de si las elecciones actuales podrían volverse obsoletas en poco tiempo, dejando a los propietarios insatisfechos. Por ello, los expertos aconsejan considerar no solo lo que está de moda, sino también aquello que sea más adecuado para el entorno y las necesidades personales.
El reto reside en hallar un equilibrio entre la estética contemporánea y la autenticidad, un objetivo que, aunque complejo, podría resultar en hogares que sean no solo visualmente atractivos, sino también genuinamente acogedores.