La llegada de Marcus Rashford al FC Barcelona durante el último mercado de verano generó grandes expectativas entre los aficionados, pero hasta el momento su impacto en el equipo ha sido limitado. El entrenador Hansi Flick se enfrenta al desafío de integrar al talentoso extremo inglés en su esquema, pero el rendimiento del jugador ha ido en declive a medida que avanzan las jornadas, lo que ha comenzado a suscitar dudas en el entorno culé.
Rashford, cuya incorporación fue vista como un acierto estratégico y de marketing, no ha logrado reflejar en el campo el alto valor que el club ha invertido en él. Con un salario que oscila entre 13 y 14 millones de euros, la disparidad entre su coste y sus contribuciones ha comenzado a preocupar a la directiva. Las expectativas eran altas, pero su adaptación al estilo de juego del equipo se ha mostrado problemática.
La situación se ha vuelto aún más complicada con el futuro del jugador en el Barça en una encrucijada. Las conversaciones internas han enfatizado la necesidad de que Rashford se centre tanto en su estado físico como en su rendimiento mental, crucial para su éxito en la plantilla. Con la presión aumentando, el club está considerando alternativas si no se presencian cambios significativos en su desempeño, lo que deja a todos a la expectativa sobre si el delantero logrará finalmente encontrar su lugar y convertirse en la figura clave que el equipo anhela.