En la antesala de los Juegos Olímpicos de París 2024, la categoría de boxeo femenino se ha visto inmersa en una controversia que trasciende el ámbito deportivo, situando en el ojo del huracán a la boxeadora argelina Imane Khelif. Pese a su demostración de habilidad y fuerza en el cuadrilátero, destacándose por un potente golpe que llevó a la retirada de su contrincante Natalia Carini en los primeros 46 segundos del combate, se ha generado un intenso debate no sobre su rendimiento, sino en torno a su identidad de género.
Medios de comunicación en Argelia han levantado la voz en defensa de Khelif ante las acusaciones que la señalan como una atleta transgénero, afirmaciones que han sido desmentidas, confirmando su identidad como mujer cisgénero. Sin embargo, la polémica ha seguido escalando debido a que pruebas hormonales mostraron niveles elevados de testosterona en Khelif y la presencia de cromosomas XY, situando su participación en la categoría femenina del boxeo en el centro de un complejo debate.
Este debate se avivó durante el programa televisivo «En boca de todos», en el que la presentadora Sonia Ferrer expresó su oposición a que Khelif compitiera en la categoría femenina debido a su genética, sugiriendo que debería haber divisiones distintas para casos como el suyo. Estas declaraciones provocaron una reacción inmediata de la activista trans Amor Romeira, quien defendió enfáticamente el derecho de Khelif a competir, acusando a Ferrer de transfobia.
La disputa entre Ferrer y Romeira representa una muestra de los desafíos y las divergencias de opinión que abarcan no solo el deporte, sino la sociedad en general, sobre cómo abordar la presencia de atletas con diferencias de desarrollo sexual en competiciones separadas por género. La controversia pone de relieve cuestiones críticas sobre inclusión y justicia en el deporte, abriendo el debate sobre cómo las instituciones deportivas internacionales deberían manejar la participación de atletas con diversidad genética y hormonal.
A medida que se aproximan los Juegos Olímpicos de París, la situación de Khelif subraya los retos más amplios en torno a la inclusión y el reconocimiento en el ámbito deportivo, planteando interrogantes fundamentales acerca de las categorías de género en el deporte y su adaptabilidad frente a la diversidad de los competidores. La comunidad internacional se encuentra a la expectativa, no solo de los logros deportivos que se alcancen, sino también de las soluciones que se propongan a estas preguntas cruciales sobre identidad y equidad.