En un giro inesperado durante el último episodio de «Batalla de restaurantes», las cámaras captaron un momento de tensión pura que superó el entusiasmo habitual de la competencia culinaria. Javier Sarasua, uno de los competidores, encendió la mecha de la controversia al advertir que algo no estaba bien con el cocido montañés que estaban a punto de servir. Su declaración captó la atención inmediata de Alberto Chicote, el carismático presentador del programa, quien no dudó en levantarse de la mesa para investigar personalmente el asunto.
Los preocupantes comentarios sobre el cocido surgieron inicialmente en La Parada Asador. El dueño del establecimiento reveló que había percibido un fuerte olor a comida en descomposición al destapar la olla, lo que llevó a Chicote a inspeccionar la situación de cerca. La tensión aumentó cuando otros competidores expresaron su desconfianza, sugiriendo que se podría haber preparado un guiso diferente para evitar servir el disputado platillo.
La escena en la cocina se volvió aún más dramática cuando chefs y competidores comenzaron a cuestionar abiertamente la calidad del cocido. «¡Huele a picado! Ese cocido está fuera de orden», se escuchó en el ambiente cargado de tensión. Shamira San Miguel, gerente de La Cuchara Canalla, se vio en una posición complicada ante la insistencia de Javier de desechar la cazuela en cuestión.
Defendiendo su cocido con vehemencia, la cocinera responsable argumentó que el aroma de un guiso podía cambiar significativamente de frío a caliente. «Cuando una cosa se pica, ya puede venir el Papa que se murió, que seguirá picado», refutó, apelando al uso de especias como posible explicación para las discrepancias olfativas.
Aunque la situación se desescaló con las disculpas de Javier, la reacción silente de Chicote dejó en el aire una sensación de insatisfacción. Más tarde, el prestigioso chef y presentador no dudó en señalar varios aspectos mejorables del restaurante, poniendo especial énfasis en la disputada calidad del cocido montañés.
Este episodio ha capturado la esencia de la alta presión en competencias de cocina, recordando a los espectadores y participantes por igual que, en el mundo de la gastronomía, los errores no solo se reflejan en el sabor sino que pueden tener consecuencias mucho más amplias. La intersección entre la pasión por la cocina y el rigor de la competencia nunca ha estado tan marcada, demostrando que en «Batalla de restaurantes», el arte de cocinar es tan delicado como intenso.



