En un intento por reconfigurar su liderazgo y adaptarse a las circunstancias políticas actuales, Junts per Catalunya (JxCat) ha dado un paso significativo al presentar una nueva estructura organizativa que lleva el sello inconfundible de Carles Puigdemont. Un cambio notable es el ascenso de Antoni Castellà, quien ha sido nombrado vicepresidente del partido. Este movimiento es emblemático, ya que Castellà, hasta hace poco ajeno a JxCat, ha llegado a la cúspide tras la integración de su partido, Demòcrates de Catalunya. Su rápida promoción subraya un cambio de paradigma en la formación, que también da cabida a otros líderes emergentes como Mónica Sales, Míriam Nogueras y Josep Rius.
La designación de Castellà no solo refleja la confianza que Puigdemont ha depositado en él, sino que también implica una revaluación significativa de las normativas internas del partido, eliminando, entre otras cosas, la cláusula que exigía una antigüedad mínima para ocupar cargos decisionales. De este modo, Castellà se presenta como un nuevo rostro en Junts pero, a la vez, como el miembro más experimentado del nuevo liderazgo.
La carrera política de Castellà en Cataluña ha sido notable. Desde su posición como portavoz del Consell de la República, fundado por Puigdemont en su exilio en Waterloo, ha mantenido un papel activo como enlace del exlíder en el Parlament. Este enfoque de contar con Castellà como los «ojos y oídos» de Puigdemont sugiere una estrategia cuidadosamente diseñada para fortalecer el liderazgo de JxCat, incluso desde la distancia.
No obstante, este nombramiento ha suscitado reacciones diversas dentro del partido. Mientras que una parte lo ve como el líder ideal que puede guiar a JxCat hacia una política más efectiva y práctica, otras facciones mantienen una postura crítica hacia la rápida ascensión de un recién llegado. Las referencias a su historial en episodios como la escisión de Unió Democràtica de Catalunya complican aún más la percepción sobre su papel, presentándolo como una figura que puede ser tanto unificadora como controvertida.
Antoni Castellà ha demostrado ser un político ágil, transitando de Unió Democràtica a Demòcrates y finalmente a Junts. Su experiencia profesional previa y su situación patrimonial, que incluye propiedades y una embarcación pequeña, forman la imagen de un político con bases sólidas. Conocido por su afición al buceo, ahora se enfrenta al reto de navegar las turbulentas aguas internas de Junts per Catalunya, una tarea que exigirá no solo su destreza política, sino también la capacidad de equilibrar las diversas sensibilidades del partido.
La reestructuración de la dirección de Junts per Catalunya augura una fase de recalibración ideológica y estratégica. Carles Puigdemont, desde su exilio, busca consolidar un partido cohesivo y dinámico, preparado para enfrentar los desafíos del actual panorama político catalán. La inclusión de Antoni Castellà en un rol clave evidencia que los cambios y adaptaciones están destinados a convertirse en la norma, con el objetivo de fortalecer la posición de JxCat en el complicado tablero político regional.