En un giro emocionante y nostálgico para los amantes de la televisión, el fin de semana último trajo consigo una sorpresa televisiva cuando Àngel Llácer tomó de manera excepcional las riendas del programa Collapse, hecho que coincidió con la despedida de Ricard Ustrell, quien ha decidido dar un paso al costado para concentrarse en su trabajo en «El matí de Catalunya Ràdio». La salida de Ustrell, no solo marcó el final de una etapa, sino que también abrió la puerta para que Llácer se reencontrara con su antiguo compañero y amigo, Carlos Latre, en un episodio que resonó con sinceridad y revelaciones sorprendentes.
Latre, figura prominente y querida de la televisión, compartió pantalla con Llácer en «Tu cara me suena» desde 2011 hasta 2024, antes de emprender nuevos retos profesionales, dejando una marca imborrable en la audiencia y en el propio Latre quien no dudó en señalar ese proyecto como «probablemente el mejor programa de su vida». Durante su emocionante intervención en Collapse, Latre abrió su corazón sobre su partida de «Tu cara me suena», un adiós motivado por la búsqueda de nuevas experiencias y desafíos.
Su recorrido por su trayectoria dejó al descubierto sus sentimientos sobre el reciente proyecto «Babylon Show» de Telecinco, un viaje que, a pesar de las grandes esperanzas depositadas, no logró culminar en el éxito anhelado. Esta experiencia, sin embargo, sirvió como un momento de reflexión para Latre, ofreciendo una oportunidad para meditar sobre su carrera y el entorno que lo rodea, compartiendo estas reflexiones íntimas en un momento de gran sinceridad con el público.
En medio de recuerdos y nostalgia, Latre también expresó su deseo de regresar a «Tu cara me suena», un lugar que considera su hogar, a pesar de saber que su espacio ahora lo ocupa Florentino Fernández, a quien describió con gran aprecio y como una de las «pocas personas buenas que hay en la televisión». La conversación entre Llácer y Latre no solo ofreció una visión más personal de la industria televisiva, sino que también reflejó la evolución y el crecimiento personal y profesional de ambos, frente y detrás de cámaras.
Este episodio señaló no solo el cierre de un capítulo con la salida de Ustrell sino el emocionante reencuentro entre Llácer y Latre. Fue una ocasión para recordar que, en el variado mundo de la televisión, los éxitos y fracasos son pasos hacia el crecimiento personal, un mensaje que resonó profundamente tanto en los protagonistas como en la audiencia.