La reciente final de Gran Hermano ha tenido un desenlace que ha sorprendido y desconcertado a la audiencia y a antiguos participantes del reality. La coronación de Juan Quintana como ganador de la última edición no ha sido recibida con los aplausos habituales. Su victoria se ha visto envuelta en una nube de interrogantes y desconcierto generalizado, dado que su participación en el programa y las dinámicas del reality no parecían posicionarlo como un claro favorito.
El debate final, donde se congregaron todos los concursantes de esta edición bajo la conducción de Ion Aramendi, fue testigo de la poca actividad de Quintana, quien solo se destacó por dos intervenciones y tres bailes al compás de Chayanne, un hecho que no pasó desapercibido por la audiencia. Este aspecto ha generado un cúmulo de reacciones y comentarios, tanto de humor como de crítica en plataformas digitales. Cristina Porta, quien ocupó el segundo lugar en Secret Story 1, expresó su asombro ante el desenlace de la competencia.
La incredulidad también se vio reflejada en numerosas publicaciones en Twitter, donde se evidencia la falta de momentos destacados de Juan en el programa, colocándolo en una situación casi marginal comparado con otros participantes como Óscar Landa, Ruvens y Edi, quienes flexionaron mayor influencia y presencia a lo largo del show.
Una de las sorpresas más grandes llegó con el resultado final, donde Óscar Landa, visto por muchos como el ganador moral y favorito obvio, quedó apenas a un 3% de distancia de alzar el premio mayor. La decisión final ha levantado especulaciones sobre el impacto decisivo que pudieron haber tenido los seguidores y fans de las «fresis», exparticipantes de la edición, al inclinar la balanza de forma sorpresiva a favor de Quintana.
Este insólito resultado pone en discusión los criterios que el público emplea al momento de votar por sus candidatos preferidos en estos formatos televisivos. Queda claro que las contribuciones más notorias o los conflictos dentro de la casa no son garantía de victoria. En este contexto, el papel de las redes sociales y el soporte de comunidades y fandoms se erige como un factor crucial que puede definir el futuro de los participantes en estos shows, una tendencia que cobra cada vez más fuerza en la era digital y que ha quedado claramente demostrada en esta última edición de Gran Hermano.
