En un movimiento que revuelve los recuerdos de la guerra de 2006, la capital libanesa se ha visto sacudida por un bombardeo israelí, el primero de su clase en esta magnitud desde aquel conflicto. El ataque, que tuvo lugar en el distrito de Cola en Beirut, resultó en la muerte de tres líderes del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), confirmado por el mismo grupo. Este acto ha sido interpretado como una escalada dramática en las tensiones entre Israel y las facciones armadas en el Líbano.
Los líderes fallecidos en este ataque, incluyendo a Mohamed Abdel Al y a Imad Odeh, desempeñaban roles clave dentro de su organización, lo que ha llevado al FPLP a declarar un período de luto por los «tres mártires del bombardeo de la ocupación». Otros grupos, como Yihad Islámica, también han expresado su consternación, describiendo el bombardeo como un «crimen atroz».
La réplica de este ataque se sintió más allá de los confines del edificio objetivo, con reverberaciones de miedo y alarma entre los ciudadanos de Beirut. Muchos se vieron obligados a abandonar sus residencias en busca de seguridad, temiendo la repetición de bombardeos. Mientras tanto, el número de víctimas de los recientes enfrentamientos entre el ejército israelí y Hezbolá asciende a 1.640, con un aumento significativo de la violencia en el último mes.
Pero Beirut no ha sido el único blanco. Las Fuerzas de Defensa de Israel también han lanzado ataques en el Valle de Bekaa y en el sur del Líbano, golpeando supuestos objetivos de Hezbolá y incluso resultando en la muerte del líder de Hamás en el Líbano, Fateh Sherif Abu el-Amin, y varios de sus familiares.
Este repunte en la violencia señala un período oscuro para el Líbano, con ataques que no solo amenazan la seguridad y estabilidad en la región, sino que también agravan el sufrimiento de la población civil. La falta de respeto por las normas humanitarias y la continua agresión mutua entre las partes involucradas subrayan la crítica urgencia de buscar una desescalada y el retorno a la diplomacia para evitar una espiral de violencia aún más destructiva.