En el bullicioso Passeig de Gràcia de Barcelona, una sorprendente mezcla de moda y historia se presenta ante los espectadores. En el sótano de la mayor tienda de Stradivarius del mundo, se encuentra una joya histórica: la antigua cámara acorazada del Banco Central de Barcelona. Este singular espacio, que abre sus puertas de manera gratuita al público, fusiona el legado del siglo XX con el vibrante comercio contemporáneo.
La cámara fuerte original, que una vez protegió tesoros y documentos valiosos, ha sido conservada casi en su totalidad. Con paredes blindadas y cajas fuertes de la época, el lugar revela detalles arquitectónicos de los años veinte, como elaboradas baldosas hidráulicas y techos ornamentados. Este vestigio del pasado contrasta de manera sorprendente con el ajetreo del presente, donde clientes se prueban prendas a escasa distancia de lo que alguna vez fue un refugio de riqueza.
El edificio, conocido como Casa Francesc Simón, fue diseñado por el arquitecto modernista Josep Domènech i Estapà y ha vivido varias transformaciones desde que albergó al Banco Central entre 1919 y 1999. Después de un periodo como sede de Adidas, se convirtió en el emblemático flagship de Stradivarius en 2020. La reciente reforma preservó su esencia, manteniendo columnas originales y la imponente estructura de hierro forjado.
La historia de la ciudad se respira no solo en el interior del edificio, sino también en sus alrededores. A pocos pasos, el Barrio Gótico ofrece recuerdos del pasado romano de Barcelona, con las columnas del templo de Augusto que atestiguan la rica herencia de la ciudad.
Con una superficie de 2.000 metros cuadrados, la tienda no solo representa el crecimiento de Inditex en la capital catalana, donde cuenta ya con más de 50 locales, sino que su atractivo principal radica en las profundidades del edificio. Visitar la cámara acorazada no es simplemente un acto de consumo; es un viaje en el tiempo que combina la arquitectura, la historia y el turismo en una experiencia inigualable.
Para quienes pasean por el Passeig de Gràcia, descender al sótano de Stradivarius se convierte en una parada imprescindible. Es una oportunidad de descubrir un secreto bien guardado, donde la historia se encuentra entre códigos de barras y maniquíes, ofreciendo una perspectiva fascinante de la ciudad actual en diálogo con su pasado.