En un giro sorprendente que ha vuelto a poner en jaque la imagen de la monarquía española, el programa de Telecinco, ¡De viernes!, ha sido el escenario en el que Ángel Cristo, hijo de la conocida vedette Bárbara Rey, ha hecho públicas unas controvertidas declaraciones. Según Cristo, hace casi tres décadas, capturó unas imágenes que retratan a Juan Carlos I, rey emérito de España, en una situación comprometedora con su madre. Lo más impactante es que estas fotografías, que han permanecido en secreto durante años, fueron hechas públicas por él mismo en una revista holandesa, buscando que «España sepa lo que ha pasado».
Ángel Cristo detalló durante su intervención televisiva cómo, siendo apenas un adolescente de 13 años, logró documentar un encuentro íntimo entre Juan Carlos I y Bárbara Rey. El 22 de junio de 1994, armado con una cámara réflex y un teleobjetivo de 400 milímetros, se ocultó en el jardín de la casa de su madre en Boadilla del Monte para capturar el momento. A pesar del riesgo que esto implicaba, incluido el temor a ser descubierto por la seguridad del monarca, Cristo compartió apasionadamente detalles de su hazaña, incluyendo el equipo que utilizó y el lugar específico desde donde tomó las fotos.
Estas revelaciones no solo lanzan luz sobre secretos largamente guardados sino que también han avivado el debate sobre el derecho a la privacidad de las figuras públicas y la imagen de la monarquía en España. La difusión de estas imágenes y las circunstancias en torno a su captura y publicación sugieren la posibilidad de chantaje al rey emérito por parte de quienes estaban en posesión de las fotografías, planteando interrogantes sobre la búsqueda de una compensación económica a cambio del silencio.
La historia expuesta por Ángel Cristo es altamente personal e indica la carga emocional y el temor que enfrentó al realizar y divulgar las fotografías. Buscando consuelo en actividades típicas de un niño de su edad, como ver dibujos animados, Cristo describe un conflicto interno marcado por la ansiedad de las posibles repercusiones de sus acciones. El hecho de que decidiera hacer múltiples copias de las imágenes y revelarlas por su cuenta añade una capa adicional de complejidad a este relato familiar, donde se entretejen el deseo de transparencia con las dinámicas del poder y la esfera pública.
Este episodio no solamente arroja nuevas sombras sobre el rey emérito, una figura ya envuelta en polémicas anteriores, sino que también desafía las nociones tradicionales de privacidad, el papel de la prensa en la revelación de secretos de estado y cómo estos pueden repercutir en la percepción pública de las instituciones. En este caso, la monarquía española afronta una vez más el escrutinio público, forzada a confrontar los espectros de un pasado que continúa afectando su imagen y relevancia en el presente.
