En un giro inesperado que sacudió la política española la semana pasada, la alianza entre el Partido Popular (PP) y Vox llegó a su fin, sembrando dudas sobre la estabilidad política en varias comunidades autónomas españolas. La fractura, precipitada por la insistencia de Vox en que el PP rechazara un plan de reparto de menores migrantes, puso en jaque acuerdos en Castilla y León, Comunidad Valenciana, Murcia, Aragón y Extremadura. Sin embargo, los dirigentes del PP, lejos de ser tomados por sorpresa, ya habían diseñado un minucioso plan de contingencia.
Vox, marcando distancia, confirmó oficialmente la ruptura y convocó una reunión extraordinaria, dejando en evidencia el abismo que ahora separa a las dos fuerzas de derecha. Aunque la estabilidad de algunas comunidades parece pender de un hilo, el PP se ha mantenido firme, aparentemente listo para abordar los desafíos que adelantaban desde hace tiempo.
El enfrentamiento tuvo un punto álgido cuando, tras el anuncio de Alberto Núñez Feijóo en apoyo al reparto de menores migrantes, Vox rescindió su apoyo al PP, decisión que tomó a ultimás horas de la noche de un miércoles. En respuesta, el PP reveló estar preparado para enfrentar la situación, contemplando ajustes en los gobiernos regionales, incluida la disolución de posiciones clave de Vox.
En particular, en comunidades como Extremadura, los conservadores subrayan no haber tenido un pacto directo con Vox sobre cuestiones migratorias, lo que, en su vista, deja la decisión de Vox sin mucho sustento. De manera similar, en Aragón y Castilla y León, el PP ve en la salida de Vox una posible ventaja a largo plazo, anticipando que miembros del partido ultraderechista puedan, contra todo pronóstico, optar por permanecer en sus gobiernos.
Mientras tanto, la posición sobre la acogida de más menores migrantes está lejos de ser homogénea dentro del PP. En Murcia, por ejemplo, se adoptó una postura contraria a recibir más menores, solicitando mayor colaboración a otras comunidades para aliviar la presión sobre Canarias, posición que encontró eco en Vox, aunque esta alineación de discursos no logró evitar la fractura a nivel nacional.
A pesar del tumulto político y las amenazas de pérdida de gobernabilidad sobre un 24% de la población española que representa Vox, los conservadores ven una oportunidad para realinear fuerzas y reafirmar sus principios, destacando la firmeza de Feijóo en mantener una política basada en la solidaridad entre personas y comunidades autónomas.
La conclusión de esta alianza representa un desafío, pero también una oportunidad para que el PP refuerce su posición y direccione su política sin las ataduras previas, promoviendo una agenda más inclusiva y solidaria, en un momento de creciente polarización política en España y Europa.