El duelo entre el Celta y el Girona en Balaídos se presenta como un encuentro crucial para ambos equipos, que llegan a esta cuarta jornada de LaLiga en busca de su primera victoria. A pesar de que aún queda mucho recorrido en la temporada, las urgencias son palpables, y la tensión se intensifica en cada rincón del estadio. El Celta ha acumulado tres empates y una derrota, mientras que el Girona enfrenta una racha negativa de caídas en sus últimos partidos. La sensación es clara: el que no logre sumar los tres puntos podría dar la bienvenida a dudas que podrían convertirse en fantasmas propios del fútbol.

Para el Celta, la contienda es un complicado juego de ajedrez donde cada movimiento cuenta. La plantilla parece casi intacta, con una sola baja significativa por lesiones que afectan la alineación. Carl Starfelt está regresando lentamente, mientras que Marcos Alonso sigue lidiando con problemas en su rodilla. Además, la lucha en la delantera entre Borja Iglesias y Jutglà añade otro nivel de incertidumbre, a lo que se suma la presión de la juventud de Rueda que pone en tela de juicio la continuidad de Carreira. La figura de Ionut Radu en la portería también suscita inquietud en el equipo, generando más preguntas que respuestas.

En el banquillo visitante, Míchel enfrenta un reto aún mayor. Las ausencias de Juan Carlos Martín y Ricard Artero complican el panorama, y la situación de Tsygankov aún está en el aire. Sin embargo, el regreso de figuras como Van de Beek y Abel Ruiz promete inyectar frescura al equipo, aunque la llegada de nuevos jugadores como Ounahi, Bryan Gil y Vanat plantea el dilema de cuál es la mejor combinación en este momento crítico. Livakovic está poniendo en jaque la posición habitual del portero, lo que convierte al Girona en un conjunto lleno de sorpresas, capaz de generar tanto optimismo como desasosiego.

En este escenario, la presión, las expectativas y las sorpresas parecen marcar el camino hacia el desenlace del encuentro en Balaídos, donde el resultado no solo afectará la tabla, sino también el estado anímico de ambos equipos. La jornada promete ser un pista de despegue o un aterrizaje forzoso, y una victoria podría ser el bálsamo necesario para curar las heridas recientes.