Las embarcaciones improvisadas se han convertido en un símbolo escalofriante de la crisis migratoria que afecta a miles de personas que buscan una vida mejor. Entre estas, los cayucos y las pateras son las preferidas por aquellos que emprenden la peligrosa travesía desde la costa africana hacia las islas Canarias, un viaje marcado por la esperanza y la desesperación a partes iguales. Mientras que las pateras son comunes en salidas desde Marruecos, los cayucos, originarios de Mauritania y Senegal, son apreciados por su capacidad para transportar un mayor número de pasajeros, llegando a acoger hasta 320 personas en algunos casos.
Esta arriesgada ruta, de aproximadamente 1.450 km, no solo es notoria por su extensión sino también por su peligrosidad. Sin embargo, ha sido la aparición de las embarcaciones neumáticas, fácilmente adquiribles a través de plataformas en línea, la que ha añadido un nuevo capítulo a esta crisis. Estas pequeñas y frágiles naves, que en comparación parecen ofrecer viajes menos arduos, han sido señaladas por los equipos de rescate por el estado relativamente bueno de salud en el que se encuentran sus ocupantes al arribar, sugiriendo un viaje menos penoso o asistencia durante la travesía.
Una revisión de plataformas de comercio electrónico demuestra que estas neumáticas pueden ser compradas por cualquier persona, apareciendo en listados bajo el término «Inflatable boat», y previamente bajo la denominación más irónica de «Refugee boat». A pesar de sus valoraciones positivas y comentarios que alaban su eficacia y la calidad de la entrega, expertos marítimos se muestran escépticos sobre la seguridad y viabilidad de estas embarcaciones para completar tal travesía sin ayuda externa. Se ha sugerido que su llegada a las costas canarias podría deberse a la asistencia de barcos nodriza que las acompañan durante parte del recorrido.
Lo preocupante de estas operaciones no es solo la vulnerabilidad de las embarcaciones frente a condiciones adversas, sino la invisibilidad que estas neumáticas tienen frente a los radares, en contraposición a los cayucos y pateras, más detectables pero igualmente peligrosos debido a su inestabilidad. Este fenómeno subraya la desesperación que golpea a quienes buscan cruzar hacia un futuro mejor, la complejidad de la crisis migratoria, y la necesidad de una respuesta global que no solo atienda las consecuencias sino que busque soluciones a las raíces del problema.
