El auge de los centros de datos ha desatado una creciente demanda eléctrica a nivel mundial, alcanzando aproximadamente el 1.5% del consumo global. Este fenómeno, observado por expertos, ha visto un incremento anual del 12% en los últimos cinco años y podría más que duplicarse para 2030, llegando al 3% de la demanda eléctrica total.
Este desarrollo presenta desafíos significativos para la transición hacia energías más sostenibles. La operación continua de estos centros exige un suministro estable, lo que compromete los objetivos de sostenibilidad. Compañías líderes como Microsoft exploran la generación propia de energía, considerando incluso la reapertura de plantas nucleares en Estados Unidos. OpenAI y otros también ven en la energía nuclear una posible solución.
Hoy en día, el carbón aporta el 30% de la energía para estos centros, seguido de cerca por las renovables y el gas natural. Las emisiones de CO₂ de este sector están proyectadas a aumentar, exacerbando la crisis ambiental. A pesar de ello, las energías limpias se están abriendo paso, con acuerdos de compra de energía con generadores renovables apuntando a que sean la principal fuente de energía para 2035.
En Europa, una estrategia prevista para 2026 busca enfrentar los retos del creciente consumo de datos y digitalizar el mercado eléctrico para una integración más sostenible. El almacenamiento de energía se vuelve crucial, ya que el uso de baterías con fuentes renovables podría ayudar a equilibrar la demanda durante periodos de baja producción.
Empresas como AleaGreen están desarrollando pronósticos esenciales para financiar proyectos renovables y asegurar contratos de compra, mientras que su división AleaStorage explora proyectos de almacenamiento con baterías para optimizar el suministro y la rentabilidad. Esto refleja un esfuerzo concertado hacia una adaptación más sostenible al crecimiento incesante de los centros de datos.

