La reciente divulgación de un informe por Cáritas ha encendido alarmas en diversos sectores de la sociedad al apuntar a un fenómeno preocupante: el esfumarse paulatino de lo que tradicionalmente se ha conocido como la clase media. Esta aseveración, lejos de ser un mero llamado de atención, destapa una realidad compleja donde la combinación de altísimos alquileres y empleos cada vez más precarios están empujando a un preocupante 45% de los inquilinos hacia una situación de riesgo de exclusión social.
Una reflexión profunda sobre este tema tuvo lugar en el programa La Sexta Xplica, donde Afra Blanco, colaboradora habitual, compartió una perspectiva provocadora durante un intenso debate con Tania Tejeira de la plataforma Lideremos. Blanco desafió la noción tradicional de clase media con una declaración contundente: «El error de base es entender que existe la clase media. ¡Es que la clase media nunca existió! ¡Bienvenidos a la trampa!». Su intervención dejó en claro su frustración hacia un sistema que perpetúa una percepción fracturada de la sociedad.
Blanco, con voz crítica, desmitificó la categorización socioeconómica, argumentando en contra de las etiquetas divisorias y a favor de reconocer que el verdadero trabajador ha sido marginado. En su opinión, la denominación de «clase media» es un intento de diluir la identidad y el poder de la clase trabajadora, una idea que resuena con la historia de las luchas laborales y demandas por justicia social. Para ella, la clase media no es otra cosa que trabajadores cuyos ingresos apenas superan el salario promedio.
Su posición se basa en una realidad inquietante: muchas personas que luchan día a día por cubrir sus necesidades básicas, en realidad, pertenecen a la clase trabajadora. Blanco argumenta que si la supervivencia depende del trabajo, entonces la clasificación como clase media es errónea. Además, propone una reflexión sobre el concepto de las vacaciones, sugiriendo que si se entienden como un derecho más que como un lujo, entonces se confirma la pertenencia a la clase trabajadora, desmontando la ilusión de prosperidad proyectada por el sistema.
El mensaje de Blanco, más allá de ser una crítica al sistema actual, es un llamado a la acción colectiva y a la solidaridad. Frente a una crisis que amenaza la esencia de la clase trabajadora, su llamamiento es un recordatorio de que la verdadera fortaleza reside en la unidad. La discusión trasciende el debate televisivo, planteando interrogantes fundamentales sobre la percepción social de la estructura económica y el rol que cada individuo desempeña dentro de ella. En un contexto de creciente desigualdad, las palabras de Blanco resuenan como un claro aviso de la necesidad de fomentar una mayor conciencia social y de emprender acciones decisivas para contrarrestar la erosión de lo que alguna vez se consideró clase media. En esencia, el desafío actual no solo es reconocer la magnitud del problema, sino también movilizarse en busca de soluciones colectivas que promuevan una sociedad más justa y equitativa.


