El reciente cumplimiento de un siglo de vida del cardenal Angelo Acerbi se convirtió en un evento singular en el Vaticano, donde reside en la residencia de Santa Marta. A los 100 años, este destacado purpurado italiano, figura clave en la Iglesia Católica y la diplomacia pontificia, simboliza la longevidad y la sabiduría acumulada durante su extensa trayectoria. Acerbi se ha ganado un lugar en la historia al ser el cuarto cardenal en alcanzar esta notable edad, habiendo tenido cercanía con cuatro papas que han sido fundamentales en distintos periodos de la Iglesia.
La celebración fue aún más especial con la visita del doctor Manuel de la Peña, un experto en longevidad proveniente de España. Durante su encuentro, De la Peña le presentó un regalo significativo: la «Guía para vivir sanos 120 años», un libro que ofrece consejos prácticos y relatos sobre cómo mantener la salud y la vitalidad a lo largo de los años. Esta visita no solo fue un intercambio de regalos, sino también una oportunidad para discutir datos sobre la creciente población de centenarios en el mundo, resaltando la calidad de vida y la actitud positiva como pilares para una vejez plena.
El doctor destacó la excelente salud del cardenal, quien realiza caminatas diarias por los jardines del Vaticano, mantiene una memoria sobresaliente y vive con un espíritu sereno y constructivo. Estos aspectos subrayan la creencia de que la longevidad no es solo cuestión de genética, sino de un estilo de vida equilibrado y una mentalidad optimista.
A lo largo de su vida, el Cardenal Acerbi ha estado al servicio de cuatro papas: Pablo VI, San Juan Pablo II, Francisco y León XIV. Desde su nombramiento como nuncio apostólico en 1974, su carrera diplomática lo llevó a enfrentarse a múltiples desafíos, incluyendo su secuestro en Colombia, donde continuó celebrando misas, y su contribución a la reconstrucción de la Iglesia en Hungría tras la caída del comunismo.
Su legado en la curia romana y en la diplomacia internacional fue reconocido por el Papa Francisco, quien lo nombró cardenal en 2024, celebrando su dedicación a la Iglesia y a la humanidad. Antes de despedirse, el cardenal le brindó una bendición apostólica al doctor De la Peña, un gesto que reflejó su cercanía y sensibilidad hacia los demás.
Este encuentro entre un líder religioso y un especialista en longevidad fue más que una celebración; fue un recordatorio de que vivir bien y con propósito puede ser esencial para alcanzar una vida plena. La trayectoria del Cardenal Acerbi, repleta de logros y experiencias, sigue inspirando a las generaciones, enlazando la verdadera longevidad con la serenidad y la sabiduría del alma.